Millones de personas en todo el mundo, después de su jubilación, entran en aislamiento, soledad, desmotivación, falta de voluntad y pérdida del enfoque y de los propósitos de vida.
En occidente y Latinoamérica, la jubilación es un proceso que, junto a la vejez representa cierto sentimiento de inutilidad, apatía y de resignación, en aceptar los cambios de la vida, pero de forma negativa. Son pocas las personas que preparan su jubilación para darle continuidad a su vida en todos los órdenes: salud, finanzas personales, ejercicios, actividades sociales, espiritualidad, semi ocupación laboral, vida en pareja y familia, vacaciones, calidad y calidez de vida, bienestar social y felicidad.
Cuando una persona no prepara su jubilación en lo emocional, lo psicológico, lo afectivo y lo adaptativo, le espera daños colaterales en su salud mental: depresión, ansiedad, insomnio, trastornos psicosomáticos, melancolía, alcoholismo, desesperanza, vacíos existenciales, culpa y victimización por la falta de planificación o decisiones poco asertivas en su vida.
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Uno de los órganos que más se afecta en la jubilación inactiva es el cerebro. La neurocognición cerebral se empieza a deteriorar debido a la falta de ejercicio del cerebro. Cuando una persona deja de leer, escuchar música, socializar con personas, no camina, no baila, no se ríe, no asiste a tertulias ni encuentros sociales; su cerebro se empieza a poner mas lento, es decir, se pierden conexiones nerviosas y químicas; por lo tanto, las habilidades y destrezas cerebral se ponen mucho mas lenta o torpe.
Funciones cerebrales como la atención, concentración, juicio crítico, capacidad de asociación de ideas, memoria, razonamiento, capacidad de abstracción y de cálculo se van afectando en toda la corteza prefrontal, cuando se jubila el cerebro.
Su cerebro no lo jubile, tiene que mantenerlo funcionando, para que se produzca mejor neuroplasticidad cerebral, o sea, mejor conexión de células nuevas cargadas de energía, de químicos que aporten a la cognición.
Cuando una persona ejercita el cerebro abrasando, riendo, bailando, caminando, nadando, viajando y en contacto social; sencillamente activa sus químicos cerebrales: dopamina, serotonina, noradrenalina, endorfina, oxitocina etc. El cerebro de esta persona se mantiene enfocado, activado, demanda más glucosa, más energía y mejores pensamientos; pero también, mejor humor, mejor estado emocional y afectivo.
Las personas que jubilan su cerebro, son las que empiezan a más temprana edad a tener olvidos, dificultad en su memoria de trabajo, torpeza y falta de concentración, o lentitud y desatención.
El cerebro es un órgano social, que necesita reconectarse, aprender nuevas ocupaciones y nuevas experiencias. Necesita que lo estimulen, lo activen y lo mantengan enfocado en varias direcciones y necesidades.
Un cerebro poco ocupado y desestimulado se va atrofiando, se pone lento, va perdiendo su energía y sus células se van desconectando.
Nunca jubile su cerebro, ni su espiritualidad, ni su voluntad, ni su enfoque en una vida útil y equilibrada. El uso de una buena alimentación y de vitaminas B12 también ayudan.
Los años, ni las enfermedades, ni la perdida de trabajo, ni muerte de parejas o amigos, pueden representar una jubilación de su actividad cerebral.
La clave es, mantener un cerebro ejercitado, activo, enfocado, socializando, para un buen equilibrio.