La meta en este artículo existencial no es ser fatalista, la única razón de esta reflexión es ser realista, calculador y productivo. Si tenemos más de 18 años puede ser que nos resten 70 años más de vida. Si pasamos de los 50 años, quizás te restan 30 años más, quizás no. Debemos estar muy conscientes del diminuto espacio de tiempo que nos queda en la tierra. ¿Cuál es nuestro afán por estar conectado a las redes? ¿A qué se debe nuestro afán por ser famosos y aceptados?Debemos estar bien claro el por qué estamos aquí, ¿cuál es nuestra misión o destino en este planeta? La respuesta cambia dependiendo cuáles son nuestras metas, creencias o experiencias personales; de una cosa sí estoy seguro, no importa lo que pensemos, el tiempo seguirá pasando.
Muchos de nosotros no pensamos de forma existencial, a otros le provoca incertidumbre pensar de forma objetiva. Existen personas que creen en dioses o en Dios, creen en un poder sobrenatural. También, algunos han decidido creer que son fruto de un accidente, de una explosión que generó vida y no sólo vida, también el deseo se seguir viviendo. En mi caso, que poseo menos fe, decidí creer en la creación y en la presencia de un creador con propósitos, creo que tiene más sentido. A pesar de lo que creemos, la vida nos espera y también nuestros sucesores; por tal razón, debemos dejar huellas positivas e inconfundibles en las calles intangibles, bifurcadas y colmadas de laberintos, porque solamente así, los demás podrán seguir nuestros ejemplos sin perderse en un vacío social. Debemos decidir cómo vamos a cambiar las cosas, debemos decidir cómo vamos a construir la vida diaria, debemos decir en qué tipo de país deseamos vivir, qué clase de líderes deseamos.
En la vida hay muchos tipos de personas, como dice una canción: “Porque hay solo dos clases de personas, están aquellas que abandonan cuando la vida empieza
en vez de reír, y los hay de aquellos que en vez de rendirse, deciden mirar más adelante, porque comprenden lo que al final Dios hará, quien eres decides tú, si tu”. Debemos decidir si nos rendimos ante la putrefacción social que nos rodea, o levantarnos con esperanza, gozo y determinación para construir un mejor país, una sociedad más vivible y que nos genere más oportunidades.
Decidámonos a vivir una vida con acento, usemos el tiempo que nos queda para construir un mejor Estado, un mejor país, mejores políticos, mejores familias. El tiempo que nos queda no debe ser lleno con imágenes y acciones superfluas que nos hagan sentir poderosos, importantes e imprescindibles. Busquemos de forma seria la razón de nuestra existencia; de hecho, es mejor vivir sirviendo y construyendo que destruyendo. Vivir así nos da energía, nos genera gozo y una sensación de paz interna. Pero para poder vivir de forma productiva debemos romper los malos hábitos. ¿Y qué es un hábito? De forma simple, podemos decir que un hábito es el remedio instantáneo o automático a un problema cíclico. Si deseamos vivir de forma transformacional, entonces hay que romper los hábitos que surgen de forma automática. Un modelo tangible y que nos afecta a todos es la corrupción en las esferas sociales , la inseguridad, la falta de institucionalidad. Debemos decirlo a todo pulmón: ¡Hábitos y costumbres que se han convertido en nuestra cultura! Debemos levantar una generación que entienda que las cosas pueden cambiar y que esos hábitos no son inherentes de dominicano, fueron enseñados, aceptados y sustentando por un sector que promueve la mediocridad.
No nos queda mucho tiempo: ¡Decídete! Es tiempo de ver las cosas desde otro ángulo, es tiempo de decir lo que creemos, es tiempo de buscar soluciones a los problemas comunes que nos han afectado por generaciones. Es tiempo de poner la producción por encima de los partidos políticos. Es tiempo de cuestionar a nuestros líderes. Se nos va el tiempo, pero podemos redimirlo, posponerlo y maximizarlo, construyendo acciones productivas y fructíferas. En el tiempo que nos queda podemos ser parte del proceso de construcción de nuevos hábitos, que servirán de fundamentos para dejar un mejor espacio a nuestros sucesores; y para los que creemos en un Creador, también este tiempo que nos queda es clave para reconciliarnos con El. No nos queda mucho tiempo: ¡Decidámonos!