Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio. Filipenses 1: 12.
Los apóstoles pasaron por momentos muy difíciles y dolorosos, en los cuales tuvieron que enfrentar hasta la muerte, pero ninguno de ellos mostró cobardía ni temor ante lo que estaban viviendo. Al contrario, esto hizo que ellos fueran más valientes para defender el evangelio de Cristo Jesús, viviendo para predicar y enseñar el poder de la resurrección hasta los confines de la tierra.
Las persecuciones, las cárceles y los azotes no hicieron que ellos menguaran, se apartaran del Camino ni cuestionaran a Dios, mucho menos que perdieran su fe en Jesús. Ellos estaban seguros de que esta oposición venía del enemigo, el cual no quería que ellos alcanzaran su propósito; porque nuestra lucha no es contra carne ni sangre, sino contra el reino de las tinieblas que se opone y nos enfrenta para que nos rindamos. Pero estas palabras que el apóstol Pablo escribió a los filipenses dan muestra de que todo obra para bien, porque lo que el enemigo creía que era para destrucción se convirtió en victoria.
Toma esto como una enseñanza para que no pierdas la fe, porque, igualmente, lo que era para mal será de bendición.