NO QUERÍA, NO QUERÍA, NO QUERÍA HACERLO… PERO LO HICE

NO QUERÍA, NO QUERÍA, NO QUERÍA HACERLO… PERO LO HICE

Gonzalo Castillo

No va a perecer jamás nuestra ciudad por designio
de Zeus ni a instancias de los dioses felices.
Tan magnífica es Palas Atenea nuestra protectora,
hija del más fuerte, que extiende sus manos sobre ella.

Pero sus propios ciudadanos, con actos de locura,
quieren destruir esta gran ciudad por buscar sus provechos,
y la injusta codicia de los jefes del pueblo, a los que aguardan
numerosos dolores que sufrir por sus grandes abusos.
Porque no saben dominar el hartazgo ni orden poner
a sus actuales triunfos en una fiesta en paz.

Se hacen ricos cediendo a manejos injustos.
Ni de los tesoros sagrados ni de los bienes públicos
se abstienen en sus hurtos, cada uno por un lado al pillaje,
ni siquiera respetan los augustos cimientos de Díke,
quien, silenciosa, conoce lo presente y el pasado,
y al cabo del tiempo en cualquier forma viene a vengarse.

Entonces alcanza a toda la ciudad esa herida inevitable,
y pronto la arrastra a una pésima esclavitud,
que despierta la lucha civil y la guerra dormida,
lo que arruina de muchos la amable virtud.

Porque no tarda en agostarse una espléndida ciudad
formada de enemigos, en bandas que sólo los malos aprecian.
Mientras esos males van rodando en el pueblo, hay muchos
de los pobres que emigran a tierra extranjera,
vendidos y encadenados con crueles argollas y lazos
Así la pública desgracia invade el hogar de cada uno,
y las puertas del atrio no logran entonces frenarla,
sino que salta el muro del patio y encuentra siempre
incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto.

Mi corazón me impulsa a enseñarles a los atenienses esto:
que muchísimas desdichas procuran a la ciudad el mal gobierno,
y que el bueno lo deja todo en buen orden y equilibrio,
y a menudo apresa a los injustos con cepos y grillos;
alisa asperezas, detiene el exceso, y borra el abuso,
y agosta los brotes de un progresivo desastre,
endereza sentencias torcidas, suaviza los actos soberbios,
y hace que cesen los ánimos de discordia civil,
y calma la ira de la funesta disputa, y con Buen Gobierno
todos los asuntos humanos son rectos y ecuánimes. ‘Eunomía’ (Buen Gobierno), de Solón de Atenas (600 a.C)

El 5 de julio de este fatídico 2020 fueron celebradas las elecciones presidenciales y congresuales. El PRM obtuvo la victoria esperada. Las predicciones de las encuestas serias dieron en la diana. ¿Por qué esa derrota? ¿Por qué no pudo ganar el candidato presidencial oficialista? Tres factores a mi juicio: la división del PLD por la salida de Leonel Fernández, las falencias del llamado “penco” y el hastío de la población por el nepotismo y la corrupción. Ojalá que el PLD se siente a evaluar con honestidad y sinceridad las razones de su fracaso.

El PRM afirma que con apenas seis años pudo llegar al poder. Eso es verdad, pero…sus dirigentes vienen desde años militando en otro partido; el cual, dicho sea de paso, demostró que con meros símbolos, una vez de gran significación histórica, no se ganan elecciones ni se suman simpatías. Una evidencia de que la dirigencia del viejo partido, otrora símbolo de la resistencia antitrujillista, pensó más en sus proyectos personales que en el país.

Hay muchas esperanzas en el nuevo gobierno. La gente, de todos los sectores sociales, quiere cambios profundos no solo en la inflada estructura estatal, sino en sus vidas cotidianas: que nuestros impuestos se traduzcan en inversiones de calidad como en educación, salud y vivienda.

El presidente electo, y en pocos días presidente oficialmente juramentado, ha dado señales: la elección de Carlos Pimentel en la Dirección de Compras y Contrataciones, un organismo donde se han cocido muchas habas envenenadas, el mismo que a pesar de las famosas “veedurías ciudadanas” de la que en principio formé parte, hizo caso omiso a las leyes, y permitió bendiciendo transacciones non-santas. Carlos, hay muchas esperanzas de que pongas el cascabel al gato. Pero la rectitud y el apego a la ley tiene sus consecuencias, lo sabes. Pero no transijas, por favor, no transijas. Has tenido una trayectoria limpia exigiendo transparencia.

Otra señal importante fue la eliminación de organismos paralelos. Las declaraciones de la vicepresidenta electa, Raquel Peña, de que los programas que ahora se manejan directamente por la vicepresidencia vayan al organismo correspondiente. Me gustó la declaración de la otra Raquel, la esposa de Luis Abinader, diciendo que no necesita tantas personas para que trabajen con ella y que los programas que se manejan desde el Despacho de la Primera Dama también vayan a los organismos correspondientes.

Son señales inequívocas, no hay dudas, pero…el poder tiene sus peligros, los intereses a veces son más poderosos que los principios y las buenas intenciones. La conciliación de tantos grupos de presión es difícil. El presidente y sus principales ministros tienen que estar conscientes que caminar por el camino recto tiene peligros, muchos peligros. Se ganan enemigos, a veces tan poderosos que pueden colocar obstáculos grandes, muy grandes.

Yo no quiero grandes cosas. Solo aspiro a que se cumpla la ley, que sea igual su peso para todos: los pobres y los poderosos. Que la justicia sea ciega, y no selectiva de acuerdo a las influencias. Que el Ministerio Público sea independiente para que pueda ejercer su función de someter a los culpables de fechorías.

Quiero que se elimine el clientelismo, el nepotismo y el tráfico de influencia. Tal vez es mucho pedir. Quiero, sueño, ansío… que la inversión en educación se refleje en la calidad… Quiero que las universidades sean supervisadas realmente y que aquellas que no cumplan con los estándares de la educación superior establecidos en la ley, sean cerradas o intervenidas.

Quiero que el dinero llegue a los hospitales, que las condiciones hospitalarias no sigan siendo el antro de médicos irresponsables que reciben salarios sin cumplir con las horas mínimas que le corresponden para servir, que cuenten con los equipos mínimos y con el material gastable necesario para operar sin tantas precariedades.

Quiero muchas cosas… pero el poder se las trae. Ojalá que el nuevo gobierno me obligue a decir: me equivoqué. Lo hicieron bien. Voy a esperar, voy a observar, voy a aplaudir las buenas cosas y voy a criticar si veo indicios de nepotismo, tráfico de influencia y cierta tolerancia a la corrupción o al tráfico de influencia.

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