Puede parecer absurdo pero hay ocasiones en que, a pesar de no estar de acuerdo con algo, decimos que sí.
Muchas personas tenemos alguna experiencia, en cualquier esfera de la vida, en la que tenemos claro que debimos de habernos negado, y por frívolas o valiosas razones que hayamos tenido para intentar explicar nuestro comportamiento, la verdad es que no siempre aprendemos la lección e inevitablemente decimos sí, en lugar de negarnos.
César Landaeta, autor de libros de bienestar y salud emocional, comenta que sólo algunas personas tienen claro lo importante de aprender a poner límites, así como lo fundamental que es construir un no poderoso que sea eficaz y hagamos respetar. “
Landeta recomienda comenzar con una reflexión sobre ciertos aspectos personales:
– Deseo de aprobación
– Temor a vivir con culpa
– Papel ante las críticas
– Cuestionamiento del entorno
– Actuar social
El siguiente paso es hacer de la vivencia del respeto un camino de dos vías, para que cuando tengamos que discutir, llegar a acuerdos, dialogar, dar respuesta a una propuesta, entre otras situaciones, lo hagamos con la firme convicción de que somos personas valiosas, capaces de dialogar y generar negociaciones exitosas para ambas partes.
Negarnos no equivale a olvidar la diplomacia, por el contrario, es un ejercicio que se construye con la práctica y se moldea con el tiempo. Adam Grant, uno de los profesores más jóvenes de la Wharton Business School ha dicho: “Decir no, te libera para poder decir que sí cuando más importa” publica el portal Terra.com.