La tarea de formar el capital humano no basta. Se debe crear un ecosistema que eleve el nivel de vida y las condiciones para el desarrollo de técnicos y profesionales
Son muchas las condiciones favorables con que cuenta la República Dominicana para atraer inversiones para la producción en el país de componentes de alta tecnología, como los semiconductores.
Entre esas condiciones están su buen clima para la inversión extranjera, su dinamismo económico, su envidiable ubicación geográfica, su condición de ser el segundo país de América Latina y el Caribe con mejor conectividad área, su liderazgo en conexión a la Internet y sus simples y rápidos procesos aduanales.
A eso se agrega que el país cuenta en su territorio con empresas transnacionales que han operado con éxito en la fabricación de componentes de alta tecnología, como Eaton, Rockwell Automation, Jabil, Fenix Manufacturing Solutions, Cutler Hammer Industries y Energía Luminor del Caribe.
Todo apunta a que la principal debilidad a superar es la del capital humano, pues aunque se han logrado significativos avances con el fortalecimiento del Infotep, con el ITLA y con universidades que están haciendo énfasis en la formación en tecnología y ciencias, como el Intec, República Dominicana debe ascender en la cadena de valor de la electrónica avanzada.
Por lo menos, esta es la recomendación de un informe de evaluación de la Fundación de Innovación y Tecnología de la Información (ITIF), grupo de expertos sobre políticas públicas de EEUU con sede en Washington centrado en la industria y la tecnología, en el cual se plantea que la República Dominicana tendrá que ser capaz de educar y desplegar una fuerza laboral calificada con las habilidades necesarias para competir en la fabricación de electrónica avanzada.
Pero las oportunidades que se presentan al país son tan grandes, sobre todo en el marco de la reubicación de empresas a nivel mundial (proceso conocido en nearshoring) y la competencia que hay entre los países por captar talentos es tan desafiante, que la tarea de formar el capital humano no basta.
Para que el país pueda retener los talentos, tiene que crear un ecosistema que estimule y fortalezca la innovación y la investigación, a través de salarios competitivos y de una mayor y consistente inversión en esas áreas, pues lo que motiva a los talentos no es solo el dinero, sino también su nivel de vida y las condiciones que se creen para su desarrollo profesional.
Si no lo hacemos así los resultados de los esfuerzos que hemos hecho y de los que debemos seguir haciendo para fortalecer el capital humano serán diezmados, porque perderemos a muchos de nuestros técnicos y profesionales y lo que el país ha invertido en ellos, pues en un escenario de déficit de talentos y de fuerte competencia de otros países por captarlos, optarán por emigrar.
Una mirada a un informe Manpower Group nos aproxima a entender el desafío: en 17 años el déficit global de talentos alcanzó su nivel más alto en 2023, de 77 por ciento.
Esto significa que de 100 empleadores, solo 23 logran cubrir sus vacantes sin dificultad.
De manera que de nada nos serviría formar los talentos que demanda el momento, si no logramos retenerlos en el país, haciéndoles sentir que no tienen que emigrar en búsqueda de su sueño porque su sueño pueden convertirlo en realidad aquí.
Y ese desafío hay que enfrentarlo estratégicamente en todas sus vertientes, de manera sostenida y con inversiones bien gestionadas para elevar sus condiciones de vida y de desarrollo profesional.