El médico costarricense Carlos Umaña, activista por la prohibición de las armas nucleares y ganador como miembro de las organizaciones galardonadas de dos Premios Nobel de la Paz, alerta, que “estamos ante el riesgo más alto de la historia de que se inicie una guerra nuclear».
Umaña viajó a Barcelona para participar en dos actos organizados por entidades a favor de la paz con el objetivo de promover un discurso de “estigmatización de las armas nucleares para acabar con ellas».
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El costarricense es copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, Premio Nobel de la Paz en 1985, y directivo de la Campaña Internacional para abolir las Armas Nucleares, que ganó el mismo premio en el año 2017.
Según Umaña, la “estigmatización es un paso esencial” en el camino para prohibir el armamento nuclear, que tiene que liderar un movimiento social “fuerte, que ejerza presión sobre los tomadores de decisiones”, ya que solo así “podrá imperar un clima de condena moral».
Afirma que las armas nucleares no están hechas para atacar a militares, sino para matar a civiles, y señala al presidente ruso, Vladimir Putin, “que ha demostrado varias veces que no le importa el bienestar de los civiles”, y les ha atacado, por ejemplo en Chechenia o Siria. “Ahora ha pasado a otro nivel y las utiliza como amenaza”, añade.
“De las 12,000 armas nucleares que hay en el mundo, unas 1,800 están en alerta máxima, es decir, están listas para ser detonadas en minutos, y esta decisión depende de personas que, por muy lúcidas que sean, el contexto les influye. La desesperación no es amiga del sentido común”, advierte.
Actualmente hay 9 países con armamento nuclear– Rusia, EEUU, China, Francia, el Reino Unido, Pakistán, la India, Israel y Corea del Norte, ordenados por la cantidad de munición que poseen de mayor a menor.
“Si se rompe el tabú nuclear, esto podría servir de precedente para otros conflictos en los que están involucrados países con estas armas y nos podría llevar a una guerra nuclear a gran escala”, avisa el activista. Teniendo en cuenta que la tecnología actual “dista mucho de las bombas primitivas de Hiroshima y Nagasaki, se podrían matar a cientos de miles de personas al instante”.
Además, Umaña alerta de que “también dejaría a muchas personas con el síndrome de radiación aguda, que hace que se descompongan los órganos y sistemas vitales. Y como la zona estaría cerrada por radiación, nadie podría socorrer a estas personas».
El impacto también se vería en el clima, ya que “el material nuclear acabaría subiendo a la atmósfera y viviríamos en oscuridad y con disminuciones importantes de las temperaturas, lo que supondría el fin de muchas especies del planeta». “Esto -enfatiza- si fuese solamente una bomba, pero hablamos de una guerra nuclear a gran escala».
Tratado de prohibición
Desde la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), de la cual el costarricense es directivo, están impulsando un tratado multilateral para que los países firmen un compromiso para prohibirlas, sellado actualmente por 91 países. aunque ninguno de ellos tiene armamento nuclear.