La entidad llamada por la Ley 91-83 a contribuir al fortalecimiento de las funciones sociales y morales del ejercicio de la abogacía ha estado en esta semana sometida a contradicciones y fanatismos de partidos políticos empeñados en dirigirla y colocarla de inmediato en el marco de su ya dura lucha por el poder. Unas elecciones internas que derivaron en incidentada con radicales impugnaciones, sospechas de ilegalidad y acusaciones de apelación a la violencia y a las amenazas. Una cita con las urnas tomando las apariencias de un campo de batalla. Algunos Abogados que desde sus enérgicas parcializaciones y enfrentamientos colocan en primer plano los fines comiciales del 2024 que no tienen nada que ver con un Colegio; que no debe servir de herramienta para cúpulas partidarias; las que no bien cerradas las votaciones se proclamaron implícitamente en las triunfadoras junto con sus discipulados; dos ganadores a la vez, pues ningún contendiente de la encendida polarización acepta la derrota. Reproducción de los deplorables enconos que han generado sismas en la despedazada política criolla.
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Por ese camino iría entonces un organismo constituido con solemnidad en explícito homenaje a la profesionalidad y madurez de memorables cultores del derecho (ahora ofendidos). Los objetivos de la entidad agraviada por tan mala riña incluyen «organizar y unir a los abogados de la República estimulando el espíritu de solidaridad entre sus miembros». Declaración de principios puesta en peligro.