Nombres de figuras dominicanas de grandes méritos han ido desapareciendo del mapa de Santo Domingo y por ende del recuerdo colectivo, opacándose el reconocimiento póstumo a sus méritos y aportes.
Aparecen también en libros cuando los autores se refieren a las vías que ostentaban sus identidades y están además en antiguas resoluciones del Ayuntamiento.
Fueron próceres, escritores, maestros, médicos, historiadores, juristas, militares de las guerras de la Independencia y la Restauración, mártires, defensores de la Capital ante las invasiones, luchadores que se pronunciaron con voz firme o con su pluma enérgica ante las ocupaciones haitiana y estadounidense o en contra de la anexión a España.
Ningún documento consigna por qué fueron anulados, excepto el caso de Tirso de Molina, “genio de la literatura española” que residió dos años en el convento de Las Mercedes. Una calle honró al notable escritor desde 1934 pero nueve años después, en 1943, se llamó “Bernardo Pichardo” porque el cabildo consideró que era suficiente una plaza para De Molina, que es la contigua a la iglesia de Las Mercedes.
Es posible que algunos fueran sustituidos por política o por presiones familiares, aunque no se expresa ninguna razón.
Durante 11 años existió la calle Luis Tejera, en Gascue, definido como un ilustre ciudadano de “prácticas de civismo” que “constituyen un estímulo para edificar el sentimiento patriótico de la presente generación”, rezaba la resolución que lo distinguía.
Luis E. Alemar anota que con la designación se perpetuaba la memoria “de aquel valiente joven, centinela avanzado de nuestras libertades públicas, muerto el 19 de noviembre de 1911”. Sin embargo, el 22 de septiembre de 1941 le fue cambiado el nombre por el de “Samaná” (que fue trasladado a otro sector). Tejera ha sido acusado de participar en el asesinato del presidente Ramón Cáceres.
Otros nombres eliminados son José Ramón Luna, Sabana Real, Francisco Domínguez, Pedro Valverde y Lara, Aniceto Martínez, Juan Barón y muchos más entre los cuales se encuentran algunos trinitarios.
Caso curioso. Un caso curioso es el de José Dolores Alfonseca, médico, luchador por los derechos de los obreros, pionero en el estudio de Carlos Marx, vicepresidente de la República y presidente interino cuando Horacio Vásquez enfermó de un riñón y fue trasladado a un hospital de Baltimore. También fue candidato a la presidencia de la República en 1930.
La actual avenida “30 de Marzo” fue designada “Doctor José Dolores Alfonseca” el 24 de julio de 1934 por considerar un deber ennoblecerlo y perpetuar la memoria de ese gran hijo de la Patria y tomando en cuenta que fue “un munícipe distinguido por sus virtudes y merecimientos”.
En esa época para muchos debió resultar extraño tan alto honor. Alfonseca no solo había sido funcionario y brazo derecho de un enemigo de Trujillo, Horacio Vásquez, sino que además lo había enfrentado con intenciones de arrestarlo, desarmarlo y “despacharlo” en ausencia de Horacio cuando el futuro tirano demostraba su ambición de llegar al poder, apetencia que también se atribuye a Alfonseca pero solo si su líder fallecía. Trujillo y Alfonseca tuvieron enfrentamientos cuando el primero era jefe del Ejército en el Gobierno de Vásquez.
Chuchú, como le apodaban, ocupó además la influyente posición de presidente de la Junta Superior Directiva del Partido Nacional y fue candidato a la presidencia de la República en 1930, cuando su opositor Trujillo ascendió al trono.
Víctor Medina Bennet escribió que el 16 de agosto de 1928 al ser nombrado vicepresidente, Alfonseca “acababa de colocarse a un paso de la meta ambicionada en su carrera política, la primera magistratura de la nación” pero que solo una nube “empañaba la limpidez” de esa aspiración: el general Rafael Leónidas Trujillo.
Por todo eso, la denominación de una vía en homenaje al antitrujillista, durante la dictadura, debió ser motivo de extrañeza. Así estuvo llamándose hasta el 19 de septiembre de 1952 cuando el propio generalísimo ordenó que fuera “30 de Marzo” para “recordar al pueblo dominicano la epopeya de Santiago”. No se bautizó ninguna otra avenida con el nombre del insigne médico.