El concepto de normalización visto desde la resistencia abarca desde lo abstracto hasta lo material, todo cuanto exista y pueda ser normalizado desde el poder. Para el filósofo Michel Foucault la normalización es conjunto de herramientas de poder que un determinado grupo de poder aplica para la dirección de la conducta de otros, a este proceso Foucault llamó “Sociedad de normalización”.
La normalización de la muerte para los fines de este artículo no se refiere a normalizar la muerte de manera literal, no refiere al concepto de muerte como proceso natural que se desprende del hecho de vivir, sino que supone una institucionalización de la muerte como terreno para dirimir conflictos que involucran a sectores del poder y su relación con el Estado y los medios de comunicación.
En nuestro país el sicariato debe ser concebido como fase superior del la represión tanto política como económica, ya como parte de la lucha de clases, en tal sentido el sicariato constituye hoy una categoría de análisis ya no de la delincuencia como tal sino de la política y del ejercicio del poder desde las esferas económicas y estatales.
Durante el régimen trujillista la muerte y la represión venían por orden del propio jefe o sus más cercanos colaboradores; esto fue así hasta el 30 de mayo de 1961, luego del ajusticiamiento del jefe y el paso a lo que aquí suele llamársele democracia, las practicas de muerte también fueron un tanto democratizadas posterior al golpe de estado del 1963, y la llamada revolución de 1965 que implico el paso al poder del doctor Joaquín Balaguer.
Durante los gobiernos de dicho doctor se creó un escudaron de la muerte que la gente llamaba la banda colorá en referencia al color del partido que gobernaba, así esta banda contaba en la práctica con la exclusividad de las muertes política y de reprimir junto a otros organismos del Estado a todo aquel que se atreviese a enfrentar el régimen. No hay forma hoy por hoy de contabilizar los asesinatos y el terror que imprimió dicho proceso a la sociedad.
En este proceso se normalizo psicológicamente y sociológicamente el terror en los conglomerados sociales vulnerables, tanto que hasta hoy de manera inconsciente la gente justifica algunas muertes cuando te dicen: nadie lo mando a estar hablando tanto o a escribir eso. Así funcionó el terror desde Trujillo hasta Balaguer, con la Policía Nacional y otros grupos como brazos del crimen de Estado.
Ahora asistimos a un proceso que se gesta desde hace cerca de 20 años y que cuenta con características y fisionomía propia, que tiene como ejes fundamentales: la comunicación, el sicariato, el soborno y la extorsión. Este nuevo reino de la muerte se inicia con los primeros gobiernos del PLD y en su fase inicial desarrolló la política de pagar para no matar (1996), ahí inició el proceso de cooptación económica a sindicalistas, gente de izquierda, políticos de oposición, sociedad civil, periodistas que pasaron a constituirse en bocinas, empresas y medios de comunicación como tal. Todo el que tenía un precio entro en el juego.
Agotada esta fase y en paralelo estas estructuras que manejaban el poder fueron creando sus propios espacios económicos, militares y comunicacionales, ya la represión tomo otro giro y eran algunas estructuras dentro de la policía que seguían con el trabajo de dar muerte hasta que apareció la figura del sicariato calcada de países como México, Colombia y Venezuela. Ahí conocimos la figura del sicario asesinado por sicarios, Carlos Everstz Fournier muerto el 26 de septiembre del 2003 luego de revelar que un jefe de la Policía Nacional le habría ofrecido un pago para matar a un senador de la república que había sido muerto el 14 de diciembre del 2001.
Así se evidenció que ya la Policía Nacional no solo mataba en los supuestos y famosos intercambios de disparos sino que también a lo interno de esta institución funcionaban bandas de muertes por encargo, estas estructuras del sicariato no se limitaron a este espacio social sino que se extrapolaron a otros sectores económicos, políticos y sindicales, tanto así que hoy el sicariato es una industria en nuestro país, ejemplo de esto es que en los últimos 5 años ciento de personas han muerto como fruto del sicariato entre los muertos y los acusado suenan policías, regidores, síndicos y funcionarios públicos en la mayoría de los casos.
Visibilizar tanto el proceso como las estructuras que ejecutan y las que apadrinan esa industria de la muerte es un tema político en tanto el sicariato en nuestro país es fundamentalmente el último espacio para dirimir conflictos sociales, políticos y económicos, así como la gran carga que pesa sobre este mal que es el sicariato con ribete de Estado.
Así las cosas la próxima víctima puedo ser yo o quizás tú….