Si bien aplaudo el hecho de que el Presidente Luis Abinader haya decidido retirar el proyecto de “Modernización Fiscal”, del mismo modo, es preciso entender el escenario y como las cosas fueron sucediendo.
Cuando se anunció, por el Ministro de Hacienda, Jochi Vicente, los detalles del proyecto en LA Semanal (hace dos semanas atrás), la cual, en vez de durar una hora, se programó para una hora y media, todas las justificaciones previas, que tenían algunos puntos favorables, no fueron convincentes ante la injusticia y la falta de creatividad de las medidas planteadas.
La clase política, a diferencia de la labor del economista, es la llamada a ponerle rostro a los números, a entender el modo de vida y de subsistencia de la ciudadanía y a tomar medidas basadas en el principio de EQUIDAD, porque muchas veces las medidas igualitarias, SON INJUSTAS.
Llamar al segmento de la población que gane más de 50 mil pesos a hacer una “declaración jurada”, cuando ya el sistema que tenemos recauda de manera automática vía las nóminas y la declaración de las instituciones y empresas, no tiene sentido e implica además, el incremento de un personal en la DGII para que se ocupe de hacer ese trabajo.
Ahora bien, es una medida igualitaria que no tiene sentido de justicia, ya que la vida de las personas no sólo se basa en lo que ganan, también importan sus gastos. ¿Qué medidas tomaría el Estado con quienes están en un mismo renglón de ingresos, pero, tienen más hijos, o cuidan envejecientes, o alguien en su familia padece una condición o enfermedad? ¡Ah no! Todos a declarar ¿A declarar qué? ¿Aquello que ya sabes?
Todo esto, al mismo tiempo de mandar a derogar leyes con incentivos, además de gravar el ahorro, aún más, es decir; nuestro Presidente tiene dinero guardado fuera del país, y a nosotros nos quería subir de un 10% a un 27% en los Certificados Financieros o en los Bonos de Deudas públicas o privadas.
El palo fue tan grande, que no hubo prácticamente ningún funcionario en los medios, algunos dicen que dejaron solo al presidente, en vista de que no se va a reelegir, pero, aunque no me sorprende que en una cultura política como la nuestra haya algo de eso, la realidad, es que los argumentos justificativos del proyecto de reforma no eran creíbles, lo que dificultaba su defensa. A esto le sumamos el disgusto de varios dirigentes políticos del PRM con el Ministro de Hacienda, Jochi Vicente, que según dicen algunas fuentes, ni escuchó consejos, ni consultó a actores importantes en el ámbito socio-económico del Estado y el País.
Se hizo evidente en un principio, que muchos medios, líderes de opinión e incluso personas de la oposición, parecieron un tanto tolerantes con el anuncio de la Reforma Fiscal, pero, según fueron pasando los días, y se fue ahondando en cada punto que afectaba el proyecto propuesto por el Ejecutivo, la indignación, la inconformidad y el pánico iba tomando fuerza.
A todo esto, en medio de una Reforma Constitucional y una Reforma Laboral.
La pregunta es ¿Nos debemos quedar sin Reforma Fiscal?
Es una pena que este equipo económico del gobierno haya resultado tan indolente y poco creativo. Estoy convencida de que para llegar a proponer lo que hicieron, hay que tener mucha arrogancia y entender que la población es ignorante.
El Gobierno cayó en una trampa hecha por ellos mismos de la cual no pueden salirse: el alto y acelerado endeudamiento bajo la administración del PRM que rompió los récords y el gran incremento de la nómina pública.
Con esos dos enormes costales al hombro, ya se cayó el 70% del debate. Luego le siguieron la promesa de obras e inversiones públicas, que llevó a todos y todas reflexionar sobre la cantidad de promesas sin cumplir, obras sin terminar o inauguraciones de pequeñas etapas de grandes proyectos, sólo por cumplir en tiempos de campaña y el despliegue de gastos en eventos, publicidad, dietas, asesorías etc. Y claro, las fusiones de instituciones que ya se hicieron en el 2020 y que no han logrado ni eficiencia, ni reducción de personal, ni evitar repeticiones de funciones.
Cuando la gente piensa y piensa y aún piensa más, porque quiere ganar una guerra en contra de su bolsillo, se vuelve más hábil, informada e intolerante ante el abuso. Por lo cual, el Presidente Abinader se vio en la necesidad de cortar el proyecto y retirarlo del Congreso, a pesar que la Constitución indica que es mediante el CES que se hacen las mesas de trabajo para fines de Reforma Fiscal.
Ahora, en LA Semanal de este lunes pasado, el Presidente se despacha con que el Poder Ejecutivo no tiene “otra propuesta” , es decir, es ese proyecto que retiraron por impopular o ninguno. ¿Dónde está la humildad ahí?
Al final de cuentas, nos han querido cargar a nosotros sus malas políticas económicas, sus excesos en dietas, personal, pensiones de amigos que no trabajaron en el Estado, eventos, banquetes, publicidad y la comodidad de cubrir a los evasores corporativos. Y, de no ser así, entonces no tienen otra alternativa.