Nuestra Señora del Santo Rosario 

Nuestra Señora del Santo Rosario 

Leonor Asilis

El 7 de octubre se celebra a la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de invitar a nuestra Madre a interceder por nosotros a través del rezo del Santo Rosario.

Fue ella misma quien nos lo pidió y lo difundamos. Hay testimonios cuantiosos donde se ha advertido que al rezarlo con amor y devoción se han recibido de parte de su Hijo gracias abundantes.

Una aclaración importantísima, esta es una oración eminentemente “cristocéntrica” o sea una oración centrada en Cristo. Cuando enunciamos los misterios y las avemarías que recitamos nos ayudan a meditar los misterios de la vida de nuestro Señor acompañados por Ella, la madre fiel que nos acerca aún más a Él. 

Meditar esos misterios a través de Maria nos ayuda a profundizar en ellos y a aprovechar espiritualmente sus grandes enseñanzas para aplicarlos en nuestra propia vida.

Conozcamos su historia.

En el año 1208 la Virgen María se le apareció a Santo Domingo de Guzmán, le entregó el Santo Rosario, y le enseñó cómo rezarlo. Le encomendó al santo español que se convirtiese en propagador de esta devoción, misión que cumplió fielmente.

El Rosario, a través del tiempo, fue afianzándose cada vez más en el alma de los fieles.

Es oportuno recordar que uno de los episodios históricos que ha sido determinante en la historia de la difusión del Rosario fue la “Batalla de Lepanto” (7 de octubre de 1571). 

En ella una coalición de tropas y fuerzas navales cristianas se enfrentaron a la armada del imperio Otomano, islámico, para detener sus ambiciones expansionistas en Occidente y recuperar soberanía alrededor del Mediterráneo. 

Los cristianos, antes de la batalla, se encomendaron a la Virgen y rezaron el Santo Rosario. La victoria contundente que se produjo posteriormente fue atribuida por los ejércitos cristianos a la intercesión de la Virgen.

El Papa San Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, instituyó la Fiesta de la “Virgen de las Victorias”, a celebrarse el primer domingo de octubre. Además, añadió el título de “Auxilio de los Cristianos” a las letanías dedicadas a la Madre de Dios.

Más adelante, el Papa Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de “Nuestra Señora del Rosario”; y Clemente XI extendió la celebración a toda la Iglesia de Occidente.

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Detengámonos en la palabra Rosario, la cual significa “corona de rosas que dedicamos a la Virgen.

Cuando hacemos el Rosario vamos repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un padrenuestro entre cada diez avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la vida de Nuestro Señor».

En los albores del siglo XXI, San Juan Pablo II -quien añadió los “misterios luminosos” al rezo del Santo Rosario- escribió, en su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”, que esta oración mariana “en su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad”.

Confieso que hace un tiempo no era consciente de las maravillas que esparce a quienes la buscan, pero en un cursillo de cristiandad, donde se nos presentaba a su Hijo, Ella se sentía. Estaba presente. En el Rosario, en nuestro interior.

Quise saber más de Ella. Y Ella se valió de un librito, pequeño, pero profundo porque invita al lector a encontrarse con Ella en la oración del rosario, escrito por un gran amigo de Ella, San Luis María Grignion de Montfort.

Entendí muchas cosas, que espero poder transmitir a continuación: María es el medio más seguro, el más fácil, el más corto y el más santo para llegar a Jesucristo. En otras palabras, el mejor atajo.

No confundamos esto que nos dice el Santo. Es decir, no contradice las palabras de nuestro Señor Jesucristo cuando nos dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.² Lo que debemos entender es que María es el mejor atajo para llegar a Jesús.. De hecho, por Ella, el Padre nos entregó a Jesús.

Por su intercesión, Jesús hizo su primer milagro en las Bodas de Caná de Galilea.

Con esta acción, Jesús nos revela su debilidad por su Madre. Y en la cruz, nos la entrega en Juan, queriéndonos mostrar que es nuestra Madre en el Espíritu y que nos cobijemos bajo su manto.

Madre querida, hago pública una intención particular que a la vez es nacional. Sin entrar en detalles por razones de espacio te suplico que medies por nuestra protección física y espiritual por nuestro querido pueblo dominicano.

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