In memóriam: Doctor José de Jesús Álvarez Perelló
Parte I
El cerebro es el órgano más complejo de nuestro cuerpo. Objeto de innumerables investigaciones cuyo objetivo principal es decodificar y predecir las reacciones a diferentes estímulos de nuestro entorno. ¿Cómo es esto relevante al mundo intelectual, académico, empresarial y social? Es simple. Nuestro cerebro, de forma inadvertida a nuestro ser consciente, juega un rol importante en nuestro desenvolvimiento cotidiano, el cual tendrá un impacto significativo en nuestras vidas. Puede ser que las regiones más activas de nuestro cerebro estén asociadas a comportamientos erráticos que sesgan nuestras decisiones.
Hoy estamos en una era de enormes avances tecnológicos y neurológicos que, constantemente, revolucionan el hacer humano. Es evidente la esencialidad de este órgano en el aprendizaje, enfatizando en la educación de aquellos que son más jóvenes. Un ejemplo de esta mezcla explosiva es la computación de las nubes y las posibilidades que representa para las actuales y futuras generaciones. Es por esta razón que ahora, más que nunca, es preciso saber cómo nuestro cerebro crea percepciones que afectan nuestros razonamientos, pues debemos estar preparados para los enormes cambios que están ocurriendo y aquellos por venir.
Existen unos 86 mil millones de neuronas (unidad básica del cerebro), las cuales se comunican entre sí por medio de impulsos eléctricos. Según una serie de artículos de “MIT Technology Review” titulados “Hacking the Soul”, estos impulsos eléctricos, al igual que una onda de radio, contienen información y su duración es menor a un milisegundo. No obstante, no existen impulsos específicos para cada acción realizada. Por esto, los científicos recurren a estudiar la frecuencia de ellos en el momento preciso en que se realiza una actividad, proceso conocido como tasa de conteo de picos. Con esta información, podríamos descubrir con mayor claridad qué regiones del cerebro manejan qué acciones. Además de las evidentes aplicaciones médicas (como controlar brazos mecánicos con el pensamiento), podemos estudiar las debilidades del razonamiento humano. En efecto, hackeamos nuestro pensamiento.
Al mencionar el cerebro y su rol en la toma de decisiones, debemos recordar al premio Nobel de la economía israelí, Daniel Kahneman, profesor de la Universidad de Princeton, que distingue dos sistemas que actúan de manera simultánea en nuestro cerebro: El Sistema 1 se encarga del pensamiento involuntario; mientras que el Sistema 2 se encarga del “pensamiento voluntario”. El Sistema 1 trabaja constantemente. Con él somos capaces de realizar, sin esfuerzos, múltiples acciones, como identificar una expresión facial. El Sistema 2 solo interviene cuando el primero no logra proporcionarnos una respuesta adecuada al estímulo experimentado. Un cálculo matemático es una situación en la que el Sistema 2 debe intervenir. Cabe destacar que sólo una minoría apreciable logra combinar, adecuadamente, el uso de ambos sistemas.
Entonces, ¿qué implicaciones tiene la existencia de ambos sistemas en nuestro cerebro? Si ambos sistemas concuerdan, lo iniciado como percepción termina en creencia. Sin embargo, un acuerdo entre ambos sistemas no necesariamente significa margen de error nulo. El cerebro esporádicamente adapta situaciones del presente a situaciones similares del pasado, llevándonos a seguir “corazonadas”. Estas nos dan una respuesta a una situación específica en base a experiencias pasadas, creando un sesgo que podría concluir en una pésima decisión. No entender la manera en que nuestro cerebro razona, resultaría grave. Cada vez más necesitamos personas capaces de tomar decisiones extremadamente difíciles en una sociedad sumergida en innumerables novedades que exigen más habilidad, astucia y lógica.
Aunque el ser humano posee un raciocinio inmensurable, lo mencionado anteriormente revela que es posible que muchos tomemos decisiones irracionales. Sin embargo, la economía convencional tiene como supuesto fundamental que somos seres racionales y que, siempre actuamos con el propósito de maximizar beneficios. Por lo tanto, los mercados son eficientes y crisis financieras, como aquella del 2008-2012, no deberían ocurrir. Entonces, ¿qué acontece cuando lo convencional ya no es ley? En el próximo artículo trataremos la Economía Conductual.
Investigadores asociados:
Rodolfo Namnum
Iván Kim.