Nueva educación para una nueva civilización

Nueva educación para una nueva civilización

POR AMADO REYES
Estamos en el umbral de una nueva civilización”, así dicen Alvin y Heidy Toeffler en un libro cuyo título es parecido a la cita. Muchas personas alrededor del mundo han leído este libro y han citado muchas partes de él.

Este pequeño volumen nos dice que estamos en la era de la información y del conocimiento, hemos entrado a la etapa en la cual la productividad está, principalmente, basada en esos intangibles; mas aún, el libro nos describe las características esperadas del nuevo ciudadano; podríamos decir, por inferencia, que allí se sugieren las características de la nueva ciencia, de la nueva tecnología, de los nuevos espacios productivos, y por supuesto, de la nueva escuela.

El día 13 de marzo del pasado año asistí a un foro sobre la educación, el cual tuvo lugar en el auditorio de la librería Cuesta. En dicho encuentro tuvimos la oportunidad de escuchar reflexiones sobre el presente de la educación dominicana; obviamente, para que las ponencias tuviesen sabor, el panorama descrito fue, en general, preocupante. Las ponencias, con el interés de llamar a una mejoría del sistema educativo, describieron los males actuales y los posibles remiendos para mejorar; pero todo giró en torno al sistema actual tradicional. Uno de los ponentes, aun cuando se ajustó al marco tradicional, hizo algunas valoraciones interesantes, una de las cuales debe servirnos de guía para procurar el salto educativo que nos permita ubicarnos en la nueva civilización. El señor Anderson dijo: “El conocimiento es inestable…”.

La mayoría de las realizaciones de la investigación científica que históricamente ha efectuado la humanidad se ha encargado de corregir o ampliar conocimientos anteriores, por lo que entendemos que Anderson no expresó cosa nueva alguna, lo que sí es nuevo es la velocidad con la cual los conocimientos cambian, es decir, el conocimiento está experimentando un alto grado de inestabilidad. En los círculos de la historia de las ciencias se cree que el conocimiento producido en los últimos 20 años es mayor que todo el conocimiento previamente acumulado por la humanidad. Este hecho es socialmente más apreciable en lo relativo a la tecnología, la cual, como aplicación de la ciencia, en pocos meses deja fuera de competencia una pieza tecnológica por la creación de una nueva que la supera.

Las personas y empresas que por la naturaleza de sus actividades tienen que usar la tecnología, porque su quehacer les urge incorporar los adelantos tecnológicos relativos a sus funciones, tienen la experiencia de tener que almacenar equipos y softwares atrasados. Cada nuevo equipo o software es un candidato a desecharse en relativamente corto tiempo. Todo cambia de manera muy rápida; cambian las formas, las potencialidades, el concepto calidad, las especialidades, las destrezas, etc. Lo esencial en todo este proceso de cambio son los principios y fundamentos de las disciplinas, tanto los que son válidos hoy, como los que puedan validarse en el futuro como resultado de la continua creación de conocimientos, en las llamadas ciencias fundamentales, sean éstas fácticas o formales. En el pasado reciente la tecnología estuvo basada en los principios de la física clásica, luego entraron en escena los principios de la física de la relatividad y hoy la nano-electrónica utiliza los hechos y principios de la mecánica cuántica. La tecnología va detrás de la ciencia; de hecho, existen muchos resultados científicos que aun esperan por su integración a las realizaciones tecnológicas.

Las ofertas del llamado Marketing solo pueden enriquecerse cuando hay innovación en los bienes y servicios que se pretenden colocar en los mercados. Pero poner innovación es equivalente a aplicar conocimientos, sea en el diseño o en la producción de dichos bienes y servicios; por tanto, podemos decir que la investigación, la cual produce conocimientos, es el germen del cambio. De ahí que podemos afirmar que nos encontramos en una cultura de la búsqueda, la innovación y el desarrollo de la creatividad; ahora bien, los humanos que no han sido educados para investigar, para innovar o para ser creativos no forman parte de la nueva civilización; así mismo, los pueblos a los que ellos pertenecen estarán aislados, esperándoles sólo la disolución como un resultado de la entropía.

La educación, como proceso de continuo condicionamiento con el fin de formar individuos imbuidos de pensamiento crítico para servir al medio social y alterarlo positivamente, es la vía más apropiada para dar a luz a los ciudadanos de la nueva civilización. Es obvio que esta educación debe diferir radicalmente de aquella de la vieja civilización, la cual se especializó en entrenar a los individuos para eternizar las formas; una educación que concibió a los estudiantes como simples recipientes de informaciones con carácter estable y duradero. Es asombroso cómo los gobiernos, especialmente los de países subdesarrollados, así como los organismos internacionales, dedican cuantiosos recursos a remendar los baches de una educación tradicional propia de la vieja y agonizante civilización.

Tanto los cambios tecnológicos como las innovaciones en la gerencia de las organizaciones, nos han llegado de forma inexorable. Hemos tenido que acogernos a una dinámica para la cual no estamos educados, de ahí que representemos realmente una colonia de la nueva civilización, pero no parte esencial de dicha nueva civilización. La verdadera revolución de la colonia consiste pues, en la reestructuración de nuestras bases educativas. Nos urge una educación fundamentada en un currículum que aparte de ser atravesado por ejes que trabajen los valores que identifican el previamente definido ser dominicano, se desarrolle mediante la discusión de los fundamentos y principios de las áreas, pero con el inherente componente de la práctica de la búsqueda y la investigación como una forma de entrenar al estudiante en el arte de la producción de conocimientos; necesitamos que los estudiantes aprendan las áreas en la misma forma y el mismo espíritu como los investigadores construyen día a día dichas áreas. Lo más importante, en este marco educacional, no es la práctica en sí misma, sino la mentalidad flexible y la disposición del individuo para aceptar y participar en los cambios del mundo actual.

Necesitamos pues especialistas en el diseño de políticas educativas para el nuevo contexto, necesitamos maestros imbuidos de los nuevos conceptos y de las nuevas prácticas para una educación de un nuevo ser. Necesitamos, posiblemente, el concurso de fondos nacionales e internacionales para llevar a cabo proyectos que tiendan a descolonizarnos a través de la nueva educación. Necesitamos definir, a la luz de la nueva civilización, el ciudadano que necesitamos, así como los fines de la educación en cada nivel y modalidad. El niño que solo se limitará a usar la tecnología o que solo podrá apreciarla a través de los medios, no necesitará dominar los conceptos y principios al nivel que los necesitará el ingeniero, quien tendrá la necesidad de diseñar productos y administrar procesos; el ingeniero, a su vez, no necesitaría las sofisticadas herramientas del que tendría a su cargo las modificaciones de teorías y métodos, vía la innovación, por la producción de conocimientos nuevos. Por tanto, creemos que el principal papel de la formación básica es el de crear un ser dotado de principios y fundamentos a niveles apropiados, flexible a los cambios y enamorado de una integración permanente a estos procesos de cambios.

Por lo dicho mas arriba se hace evidente que el currículum escolar debe prohijar los valores, así como los principios y fundamentos de las áreas, estos, manifestados en una práctica permanente de aprendizaje por descubrimiento, es decir, se hace necesario que los estudiantes, por ejemplo, aprendan matemática en la misma forma en que los especialistas construyen el área mediante la investigación. Los cambios tecnológicos son tan rápidos que cualquier persona que necesite mucho tiempo para su entrenamiento en alguna  técnica, estará obsoleto antes del término de dicho entrenamiento. De ahí es que no podemos pensar en un currículum fijo para el entrenamiento tecnológico, los entrenamientos deben ser de corto tiempo, el tiempo escolar debe dedicarse a estudiar los valores, principios y fundamentos, ya que ahí es donde está el germen del verdadero conocimiento. Debemos pues rediseñar el currículum escolar, así como los planes de entrenamiento técnico y la formación del profesional de nivel superior, tanto para la licenciatura como para maestría y doctorado. No podemos hablar de competitividad ni de desarrollo mientras no orientemos nuestra educación hacia la práctica de la producción de conocimientos, la flexibilidad mental y la innovación. Es urgente que primero repensemos la escuela si en verdad estamos repensando la Nación a la luz del nuevo contexto, de la nueva civilización.

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