Nueve municipios y una ciudad

Nueve municipios y una ciudad

Buscando enfrentar el acelerado crecimiento espacial y poblacional de la ciudad de Santo Domingo y hacer más eficiente la gestión de los servicios urbanos, se creó la Ley 163-1 del 2001 para dividirla política, territorial y administrativamente. A tal efecto, se creó la provincia de Santo Domingo con cuatro ayuntamientos municipales y posteriormente creándole otros cuatro.

El ADN se mantuvo con nuevos límites y competencias. En los nuevos municipios los servicios mejoraron y también, relativamente, el sentido de pertenencia de la población. Pero, sus ayuntamientos no han podido crearles centros urbanos con una imagen física propia para no ser vistos como mera periferia del Distrito Nacional.

En general, un municipio se constituye cuando un núcleo urbano ha crecido lo suficiente en términos espacial, de población y complejidades que lo convierten en una ciudad con su ayuntamiento.

El caso que nos ocupa no ha sido así, lo cual no los invalida como tal, pero es una circunstancia que les crea un relativo hándicap. De igual modo, las ciudades no se crean por decreto, estas son frutos de un entramado de relaciones económicas, políticas y sociales que, al decir de algunos, crean una especie de “estado de ánimo”, que determinan el sentido de pertenencia e identidad (o de rechazo) de su población con su hábitat, natural y construido.

Sin embargo, a pesar de los nuevos municipios nacieron de una decisión básicamente administrativa, es posible orientar un proceso de construcción de una imagen física y de su entramado de relaciones socio-económicas que contribuya a crear una sólida identidad de la población con el lugar.

Esa posibilidad se ha materializado en otras ciudades de similares características metropolitanas del Gran Santo Domingo, como el caso de Medellín y sus 10 municipios mancomunados que conforman su entorno: el Valle de Aburrá; una experiencia que conocí en el marco de la investigación comparativa intencional de 23 ciudades, entre ellas Santo Domingo, liderada por la prestigiosa Fundación Metrópoli, en la cual participé.

Por consiguiente, dentro de sus planes de desarrollo urbano, los municipios del Gran Santo Domingo podrían diseñar proyectos orientados hacia la creación de una imagen-marca, como sello de su identidad urbana y territorial.

Por consiguiente, en los casos concretos de Santo Domingo Este y en gran medida de Santo Domingo Norte, podrían aprovechar los márgenes del Ozama mediante diversas propuestas urbanísticas inclusivas, al tiempo de recuperar y potenciar para toda la ciudad los atributos de ese río, que impactaría significativamente a amplias zonas del Distrito Nacional, resultando imprescindible la articulación de esos ayuntamientos.

En ese tenor, los otros ayuntamientos deberán identificar proyectos para aprovechar los espacios cuyas características o atributos permitan orientar intervenciones urbanas y políticas culturales que refuercen sus identidades y mejoren las condiciones de vida de su población.

Esto obliga que los alcaldes y autoridades municipales del Santo Domingo metropolitano orienten sus planes de desarrollo urbano y territorial desde una perspectiva integral/articulada, que reoriente su curso de ciudad región con nueve municipios y una sola ciudad.

Con nueve municipios, todos entamponados por tránsito y transporte caóticos, sin cohesión social ni espacial, con zonas hiper degradadas, cotidianidad incontrolable, hervidero humano de día y tierra de nadie de noche y que deben tener mayor beneficio de la plusvalía que generan las grandes redes viales públicas a complejos industriales y centros comerciales de grandes superficies. Que requieren planes y mayor inclusión social.

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