Obama, Castro y el papa Francisco

Obama, Castro y el papa Francisco

Cuenta el diario The New York Times que el viaje hacia la reconciliación de Estados Unidos y Cuba visitó presidentes del mundo, papas y espías. Y que el acuerdo que liberó a un estadounidense apresado en Cuba, y terminó 53 años de hostilidad entre Washington y La Habana, fue bendecido por la Santa Sede, pero se produjo a las sombras del bajo mundo del espionaje.

Una apelación personal del Papa Francisco, narró un funcionario estadounidense, fue determinante para persuadir al presidente cubano Raúl Castro de que acordara el canje de un prisionero por la liberación de Alan Gross, el trabajador de ayuda humanitaria apresado en Cuba desde hace cinco años. El pontífice actuó como “garante” para que ambas partes llenaran las expectativas del acuerdo alcanzado en secreto.

Sin embargo, la acción definitiva llegó casi un año después de iniciarse las conversaciones, cuando la Casa Blanca, en su confrontación con Cuba, propuso el canje de tres agentes cubanos presos en Estados Unidos por un cubano que trabajaba para el espionaje americano, quien permaneció detenido en Cuba durante casi 20 años.
Dice que las negociaciones para liberar a Gross y reabrir las relaciones con Cuba tomaron año y medio, y que en nueve reuniones, celebradas en Canadá y El Vaticano, un estrecho círculo de colaboradores de Castro y Obama negociaron los detalles críticos de la historia. Estos no se divulgaron, pero en marzo Obama trajo a un extraño influyente.

Resumió la situación a Francisco, el primer pontífice latinoamericano católico, durante una audiencia privada en El Vaticano, separados por un escritorio decorado con un crucifijo dorado. Posteriormente, el prelado escribió sendas cartas a Obama y Castro instándolos a perseverar por un acuerdo.

“Este papa tiene una enorme resonancia entre los líderes del continente, incluyendo Cuba”, concluyó.

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