En el seno de la Iglesia Católica dominicana reina gran preocupación ante la necesidad de búsqueda de seis sacerdotes que puedan reemplazar a obispos y arzobispos que deben ya retirarse de sus diócesis por enfermedad o porque les llegó la edad del retiro: 75 años.
En la jerarquía y en el clero de las bases este es el tema obligado de conversación. La elección es difícil, consideran, porque los que abandonan sus cargos representan una generación excepcional. Casi todos son religiosos de conducta incuestionable, entregados a sus diócesis, el trabajo pastoral, la feligresía.
Se supo que el proceso de selección se está haciendo a través de la Nunciatura Apostólica y que aunque hay muchos curas que han realizado en Roma estudios de teología, derecho canónico, sociología, la tarea no está resultando sencilla. Se informó que, precisamente, distintas diócesis se han ocupado de enviar a formar clérigos con esa intención pero para ser obispo no solo se toma en cuenta la preparación intelectual, se argumenta, hay cualidades humanas y morales a tomar en cuenta.
Aún no se conocen los nombres de los sacerdotes que llenarán las vacantes porque es un procedimiento secreto que solo maneja la Nunciatura. Sin embargo, hay ya propuestos que se identifican en círculos muy íntimos.
Se retiran. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez está citado entre los que se retiran. Dicen que cuando cumplió 75 años, en 2011, presentó su renuncia pero el Papa no la aceptó y por el contrario le asignaron nuevas responsabilidades, como participación en sínodos y reuniones internacionales importantes. Ya cumplió 77 y aunque se asegura que su salud es “de hierro” se está buscando candidato para arzobispo de Santo Domingo.
López Rodríguez nació en Barranca, La Vega, el 31 de octubre de 1936. Cursó filosofía, teología, sociología, sociológica pastoral, sociología del clero, tiene doctorado en ciencias sociales, habla español, italiano, inglés, alemán, portugués, latín, entre otros idiomas y ha acumulado una amplia experiencia pastoral desde que fue ordenado por monseñor Francisco Panal el 18 de marzo de 1961. Diversas instituciones superiores de aquí y de Roma le han tenido en sus aulas. Fue obispo de San Francisco de Macorís y rector de la universidad de esa localidad, así como Gran Canciller de la Católica Santo Domingo y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. Es cardenal desde el 28 de junio de 1991 y ha recibido doctorados Honoris Causa de importantes universidades locales e internacionales.
Monseñor Rafael Leónidas Felipe Núñez (Fello), obispo de Barahona, cumplió también 75 años el pasado 12 de septiembre y según versiones tiene problemas de salud, específicamente circulatorios. Se observa delgado y frágil. Oriundo de Villa Tapia, La Vega, fue rector del seminario Menor San Pío X y responsable de la Obra Vocacional Sacerdotal en Santiago y Mao-Montecristi. Fue párroco y vicario en diferentes lugares del país hasta ser designado obispo de Barahona el siete de diciembre de 1999. Al año siguiente, el 22 de enero, recibió la ordenación episcopal.
A monseñor Antonio Camilo González ya le aceptaron la renuncia pues el pasado siete de febrero cumplió 75 años de haber nacido en Ojo de Agua, Salcedo, en 1938. Es egresado del seminario Padre Fantino, del Santo Cerro, y del Santo Tomás de Aquino, de Santo Domingo. Debe a la Iglesia su formación profesional y religiosa. El paracaidista, emparentado con las hermanas Mirabal, fue nombrado obispo de La Vega el 10 de octubre de 1992.
La salud de monseñor Amancio Escapa Aparicio, de la Orden de los Carmelitas Descalzos, dicen que es muy precaria, algunos definen su estado como grave. El obispo auxiliar de Santo Domingo, quien vio morir aquí a su hermano José María, también sacerdote, presentó renuncia a la Santa Sede pues el 30 de marzo cumplió 75 años de haber nacido en León, España. Se naturalizó dominicano por decreto del Poder Ejecutivo el 16 de junio de 1993.
Pablo Cedano Cedano es otro obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santo Domingo que presentó renuncia. Se afirma que está enfermo, aparte de que ya pasó la edad de retirarse. Nació en Santana, Higüey, el 15 de enero de 1936.
Un obispo auxiliar del arzobispado de Santiago de los Caballeros, monseñor Valentín Reynoso Hidalgo, “el padre Plinio”, necesita reemplazo pero no por la edad sino por su situación de salud. Es un consagrado Misionero del Sagrado Corazón nacido en El Guayabo, Nagua, el 16 de diciembre de 1942 que padece un carcinoma de próstata.
Desde hace unos meses está retirado y enfermo monseñor Francisco José Arnáiz, quien a pesar de haber sobrepasado la edad del retiro siguió como Obispo Auxiliar Emérito del Arzobispado. Ahora recibe terapia en su nuevo hogar de Santiago. Otros eméritos sin funciones son los obispos Ramón Antonio Flores Santana y Fabio Mamerto Rivas, recluidos en centros de sus respectivas congregaciones o en residencias particulares.
Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio deberá renunciar el año que viene cuando cumplirá 75 años. Nació en Los Ríos, Higüey, el 19 de septiembre de 1939. Hoy tiene 74.
Obispos cercanos a esa generación especial, aunque más jóvenes, son José Dolores Grullón Estrella y Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, ambos de 71 años. El primero es obispo de San Juan de la Maguana y Peña Rodríguez de Higüey.
Para ser obispo. Un obispo, según las normas católicas, debe ser de proceder irreprochable, íntegro, distinguido por su vocación pastoral. En el contexto de la iglesia actual tienen gran valor las inquietudes sociales, sobre todo ahora que el Papa Francisco ha mostrado tal preocupación por los más débiles.
Un sacerdote consultado agregó que debe ser alguien debidamente preparado para crear conciencia en sus feligreses sobre la realidad de la inequidad social que se está viviendo en este siglo XXI en que en un país como República Dominicana, que hace alarde de tener una de las economías de mayor crecimiento en los últimos 50 años, no hay ningún indicador de disminución de la pobreza sino, por el contrario, “los ricos siguen siendo más ricos mientras aumenta el número de pobres”.
Desde luego, influye la formación académica, la vida religiosa, oración y relación con Dios.
Al exponer las cualidades humanas, morales, sociales y pedagógicas de que debe estar adornado un obispo, dando por supuestas las virtudes estrictamente cristianas, San Pablo exige que sea capaz de enseñar y que tenga dotes para gobernar.