Los argumentos que el Presidente Leonel Fernández expuso ante la Asamblea General de la ONU para explicar las causas que, a su juicio, han impedido al país cumplir sus compromisos con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, han obligado a colocar en la platina del microscopio una causa no invocada por el mandatario: el gasto público.
Para el Banco Mundial, es esencial que el Gobierno mejore la calidad del gasto público, como forma de que sus efectos influyan de manera positiva en la calidad de vida de los ciudadanos. No ha sido el único organismo que ha planteado como clave el aspecto cualitativo del gasto.
En el sector empresarial también se han levantado voces críticas contra un gasto público que consideran excesivo por la forma en que privilegia vicios que perjudican el desenvolvimiento económico de la nación.
El propio Gobierno ha reconocido el pobre efecto que el crecimiento económico, que ha sido una de nuestras constantes, no induce mejora en la calidad de vida de la población en todos los órdenes.
De ahí que la reorientación del gasto público con miras a mejorar la calidad de sus efectos y resultados, y disminuir niveles de pobreza anclados desde hace veinte años o más, es elemento clave para que podamos reducir la gran deuda social y cumplir nuestra cuota en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Buscar la verdad caiga quien caiga
La sola sospecha de que algunas intoxicaciones de estudiantes con el desayuno escolar tengan su origen en una guerra comercial, debe ser motivo para remover cielo y tierra en busca de responsabilidades.
El ministro de Educación, Melanio Paredes, ha revelado que la Policía Nacional investiga esta posibilidad partiendo del caso de 22 estudiantes que resultaron intoxicados en Jarabacoa.
Aunque las intoxicaciones con el desayuno escolar han sido muy frecuentes y ha habido sospechas de sabotaje, las investigaciones a propósito de estas ocurrencias jamás han llegado a consolidar un expediente con acusaciones y acusados específicos.
Ahora, con la revelación, parece asumirse el compromiso de llevar hasta las últimas consecuencias las investigaciones sobre intoxicaciones con desayuno escolar. Pero, eso sí, llevarlas hasta las últimas consecuencias y caiga quien caiga.