“Un milagro es una corrección. No crea, ni cambia realmente nada en absoluto”
UCDM
En algún momento de la vida, tanto las personas creyentes como las que no lo son, han estado involucradas con un milagro. La palabra milagro encuentra su origen en el latín miraculum, que a su vez es derivada del verbo mirari, que significa “admirarse” o “contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción”.
Este fin de semana estuve participando del primer encuentro global de Un Curso de Milagros (UCDM), un libro que recopila los mensajes que recibió la psicóloga y docente en la Universidad de Columbia Helen Schucman, entre los años 1965 y 1972. Alentada por su colega William Thetford, Helen transcribió una propuesta de enseñanza espiritual no dualista que nos muestra un camino para vivir desde la paz.
Dice UCDM que el milagro corrige, no crea. El milagro simplemente arregla la valoración equivocada de lo que equivocadamente creemos que somos. Al experimentar la paz vamos despertando del sueño de separación fabricado por el ego, en el que somos manipulados por el miedo al sufrimiento y la muerte. Dice UCDM que “el milagro mira a la ilusión y le recuerda a la mente que no es real”.
Muchas personas creen que el milagro es un cambio extraordinario en la realidad que percibimos. Lo que UCDM nos dice es que el milagro ocurre cuando eliminamos la interpretación de la realidad. Entonces, desaparece la culpa que hemos puesto sobre nuestra inocencia, y al retornar a la inocencia creemos y creamos sin los límites impuestos por el ego.
En estado de inocencia nos relacionamos con la materia de una forma creativa, en la que las tres cualidades de la naturaleza (acción-reacción-relación) están en equilibrio. Esto es lo que conocemos como congruencia. Cuando somos coherentes, lo que pensamos, sentimos y hacemos está alineado, y entonces, ¡ocurre el milagro!
La dificultad para manifestar milagros proviene de la inclinación que tenemos de confundir el cuerpo (la forma) con la vida. El Curso muestra el camino para separarnos de la identificación con las formas y acceder al poder para crear milagros. El libro dice que “cuando la mente experimenta un milagro, ve la plenitud en lugar de la carencia”.
Los milagros son expresiones de amor. Hemos confundido los efectos del amor con el milagro. Al ver que alguien que estaba enfermo, se cura, o que dos personas enemigas se reconcilian, solemos hablar de un milagro. Sin embargo, es un efecto y no el milagro en sí mismo.
El fin de semana, la invitación que me hizo mi amigo Rafael para participar en el 1er encuentro global de UCDM me llevó a vivenciar que “una teología universal es imposible, pero una experiencia universal no solo es posible, sino necesaria.” Los contenidos del texto y la práctica de los ejercicios permiten que el estudiante pueda auto-guiarse, para ir despejando su mente de las nubes ilusorias de la culpa, hasta despejar los obstáculos que el ego ha utilizado para mantenerlo alejado del Amor.
Todo es cíclico; lo que sembramos, crece y da frutos. El otoño es el tiempo de la cosecha. ¿Qué estás recogiendo en este tiempo? La invitación que te hago es a crear tu milagro. Pregúntale a tu alma cuál es su deseo más grande. Se requiere valor para hacer esta pregunta, pues tendrás que asumir la responsabilidad de amarte tanto, que seas capaz de manifestar tu deseo.
UCDM dice que “debido a que el milagro elimina el miedo, abre el camino al amor. Pone fin a nuestro rechazo, elimina la interferencia”. Escribe tu deseo con tinta roja. Pon tu nombre y la frase: “Estoy comprometido a amarme lo suficiente para concederme este deseo”. Pon la fecha y la hora. Introduce la pieza de papel en una planta que esté sana. Alimenta tu planta con agua y miel. Agradece anticipadamente la manifestación y ¡celebra tu milagro!