Obras son amores… a veces con dolores

Obras son amores… a veces con dolores

Al hecho de que la proporción del dinero público que se dirige a la inversión es en este momento insatisfactoriamente baja como para disponer de infraestructuras ajustadas al crecimiento de la economía y ascendentes necesidades de la población se añaden al presente y con proyección a futuro los negativos resultados de construir sin calidad, sin puntuales ejecutorias para preservar en buen estado lo realizado y bajo insuficiente vigilancia de auditorías a lo material y a lo ético. Mucho de lo que los contribuyentes aportaron se ha ido al zafacón de lo irrecuperable en los últimos decenios, para solo referir lo más reciente de mala gobernanza. El lanzamiento insuflado por el 4% a construir escuelas sin la certeza de la planificación ni de la transparencia sustrajo de correctos usos para el país miles de millones de pesos, según escrutinios responsables que comenzaron tras haber comenzado la actual gestión ministerial. Hallaron graves indicios de peculado sin que a continuación emergiera expedientes. Ni qué decir del frenesí estatal de levantar hospitales a diestra y siniestra llevando casi a colapsar lo asistencial, precario de por sí, los servicios hospitalarios existentes. Proyectos de prolongados estancamientos de más de un cuatrienio agravaron consecuencias y elevaron costos finales.

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Descritos están dos de los más sobresalientes fracasos en gestión pública de los últimos tiempos aparte del colosal elefante blanco del área penitenciaria que, después de una inversión sin precedentes para las privaciones de libertad en Las Parras, todavía gatea. Como también gatea la rendición de cuentas ante la justicia. Con lo hasta ahora invertido con desidia y ausencia del sentido de oportunidad en metros, súper autopistas y expansión de instalaciones para la educación pre y universitaria hubiera bastado para alcanzar el doble de lo pautado y obtenido en el tiempo. Sin desaciertos, el chorro de cuartos hacia intersecciones de transito hubiera servido para que triunfara sobre el caos de tránsito la automatización semaforizada reforzada con inversiones viales inteligentes contra obstrucciones a la circulación interna y periférica de Santo Domingo. Al menos, el final de una pesadilla urbana que horroriza estaría a la vista.

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