La OCDE calcula que cada dólar (o cada euro) dedicado a medidas contra la resistencia antimicrobiana permitiría obtener cinco, por el ahorro de gasto sanitario o el aumento de la productividad laboral ante un problema sanitario que corre el riesgo de seguir agravándose en los próximos años.
En un informe publicado este jueves, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que en los 34 países analizados -la mayor parte de sus miembros y otros que no lo son pero forman parte de la Unión Europea- el costo de tratar las complicaciones por la resistencia a las infecciones puede superar los 28.900 millones de dólares anuales.
Para hacerse una idea, sobre la base de 19 de esos países para los que hay datos disponibles, en términos comparativos ese gasto sanitario equivale al 19 % de lo que tuvo que dedicarse al tratamiento de los pacientes de covid en 2020, el año en que estalló la pandemia.
Una buena parte de ese gasto se debe a la prolongación de los períodos de hospitalización de los enfermos que desarrollan resistencias a los antibióticos.
Según las proyecciones de los autores, en los países del estudio representa 32,5 millones de días de internamiento, lo que equivale a todas las plazas en los hospitales españoles durante un año.
Otro de los impactos directos es la reducción de la fuerza laboral, con la pérdida del equivalente de 734.000 trabajadores a tiempo completo cada año, con un costo de 36.900 millones de dólares en paridad de poder adquisitivo.
La resistencia antimicrobiana es responsable de alrededor de 79.000 muertes al año en los 34 países de referencia, lo que corresponde a 2,4 veces las causadas en 2020 por la tuberculosis, la gripe y el sida juntas.
Dos de cada tres de esos fallecimientos se producen en personas de más de 65 años, lo que ilustra la mayor sensibilidad de la población de edad avanzada.
La OCDE, que ya había dedicado un informe a esta cuestión en 2018, avisa de que en ausencia de una acción más fuerte contra la mala utilización de antibióticos para la salud humana, pero también por el sector agropecuario, este problema «seguirá en niveles inaceptablemente elevados al menos en los próximos 25 años».
Entre 2000 y 2019, las ventas de todo tipo de antibióticos para el tratamiento de personas creció ligeramente en los países de la organización, en torno al 1,9 % y esa tendencia relativamente estable debería mantenerse relativamente estable hasta 2035.
No obstante, el consumo de antibióticos de mayor prioridad y de tercera línea ha crecido a un ritmo más rápido. Los expertos, avisan de que, si la resistencia a los antimicrobianos no se controla, podría más que duplicarse en 2035 en la OCDE en comparación con la situación de 2005.
En la ganadería, las ventas de antibióticos se han reducido en términos relativos a la mitad en los países de la OCDE. Se ha pasado de una media de 181 miligramos por cada kilo de carne en 2000 a 91 en 2019 y las proyecciones apuntan a que podría disminuirse en un 10 % adicional para 2035.
El problema es que ahora la mayoría de los antibióticos para el ganado que se comercializan en el mundo se venden fuera de la OCDE, y esa tendencia corre el riesgo de acentuarse todavía más.
Hasta el punto de que en 2035 el volumen de los antimicrobianos para la producción de carne en el G20 en 2035 prácticamente duplicará el destinado a la OCDE.
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