Octavio Paz: Tiempo y Soledad de Basilio Belliard

Octavio Paz: Tiempo y Soledad de Basilio Belliard

Octavio Paz

Por: Olivier Batista Lemaire
Basilio Belliard apenas debe ser presentado. Poeta de fuste, dilecto director de una de las pocas revistas impresas que se mantiene en vilo en el terruño, ‘’País Cultural’’ del Ministerio de la Cultura, este escritor muestra ser además un agudo ensayista.

Ganador del primer premio de ensayo Funglode de 2020, con El ojo de Ion, su tesis comentada aquí sobre el eximio poeta mexicano Octavio Paz, y su concepción poética del tiempo y la soledad, no dejan indiferente a quien la lee.

Belliard desde el inicio anuncia con profusión de citas y oportunas referencias históricas, su propósito mayor: mostrar que en la poesía del mexicano germina una concepción del tiempo singular, ajena a la que vivimos nosotros en nuestra convulsa cotidianidad, ajena al culto a veces estólido al futuro. Es un tiempo poético.

El ensayista dominicano nos pasea de las manos por el periodo de aprendizaje de Paz, mostrando cómo de un lado el surrealismo francés, con los dictados de la escritura automática y de otro el simultaneísmo con Apollinaire fungen como la fuente primigenia de la alteración del tiempo poemático en Paz. En efecto con las vanguardias el tiempo del poema no circula más en línea recta, cada verso posee autonomía temporal.

En la escritura poética de Paz, el tiempo se detiene, es promovido a un eterno presente verbal. Dejemos disertar a Belliard: ‘’Paz vio a la poesía como un acto de exorcismo, que le permitió habitar el mundo sensible, como una manera de vivir el presente, de hacer presente el tiempo, de eternizarlo, es decir: la poesía como una transfiguración del tiempo real, encarnada en una presencia real de la palabra”.

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Basilio Belliard

Logra percibir en la poesía de Paz, la valorización del acto de poetizar con su tiempo propio, contra la alienación peligrosa que induce a los hombres a arrojar sus energías más vitales en la ilusión del futuro. Solo el presente es emancipador. En su poesía como en sus reflexiones filosóficas, el poeta azteca impugna las excrecencias del progreso, la cosificación del hombre.

El progreso al que Octavio Paz se refirió con agudo espíritu crítico, con su urbanización dislocada, sus poblaciones depauperadas, y el fetichismo mercantil, es una radicalización del tiempo lineal que fluye hacia un futuro ‘’radiante’’. Critica la presuntuosa modernidad, enraizada en la ilusa eternidad cristiana como presunta forma de vida suprema: ‘’La tesis del tiempo poético e histórico de Octavio Paz se fundamenta en la crítica de la modernidad y a la idea cristiana de eternidad’’.

Así ve Belliard con acierto en Paz y sus escritos ‘’una crítica al pasado y el futuro, desde un presente en perpetuo movimiento’’.

Dentro de esa lógica, su poesía prescinde de la épica revolucionaria, expresión simbólica del tiempo lineal, que encontramos en los otros poetas.

Insiste con razón el poeta y crítico dominicano en valorar la búsqueda del tiempo verbal del poema; en él, pasado y futuro se desdibujan para despejar el espacio poético y transfigurar el universo en el presente del poema. Como lo dice el patentado verso de su obra oriental: el presente es perpetuo.

Basilio Belliard establece un vínculo sutil entre esta concepción del tiempo poco apta a postrarse en la nostalgia o a deslizarse en un porvenir radiante, y la celebración de un tiempo circular en el que el presente de la palabra funge como desenlace.

Tiene razón Belliard al situar la concepción paciana del tiempo en su experiencia oriental, la India, y la cultura japonesa. Recordemos con el ensayista que en su concepción de la historia y el tiempo, Paz integraría el satori japonés, suerte de vacuidad interior creadora en la que el sujeto encara el presente en su más cruda y hermosa materialidad, lejos de las ilusiones temporales.

Frente al tiempo con sus denominaciones, ayer, hoy y mañana, y el fatalismo de su transcurrir, Paz opone la embriaguez verbal del instante, el amor y su éxtasis, el aquí y ahora del poema.

Debemos pensar seriamente en las palabras de ese insigne intelectual y conocedor exquisito de la poesía moderna que fue el antropólogo galo Claude Levy Strauss; en su obra Lo Crudo y lo Cocido, afirma que: ‘’A la manera de la música y la mitología, la poesía funciona como una máquina para suprimir el tiempo’’. En esa embestida del tiempo de los relojes, el poeta reencuentra sin embargo la singularidad temporal del poema.

Otro aspecto crucial de la obra del bardo mexicano es la cuestión de la otredad. Corolario de la soledad, lejos de ser una comunión en el espacio, la otredad es una interpolación temporal.

En efecto Belliard logra percibir que con la evocación del otro en Paz, se disuelve aún más la ilusión de un tiempo lineal, pues el otro no fluye en coordenadas espacio-temporales cotidianas, sino fuera de ellas. El otro que nos acompaña, relativiza la soledad, haciéndose presente en el poema.

El tópico de la soledad abordado por Belliard reviste en la obra ensayística una relevancia no ajena a su poesía. Es su contrapeso. Falsamente solo, el poeta teje una suerte de comunión con la amada, y la comunidad, o a veces con una humanidad abstracta. El poeta va hacia ellos porque la estructura misma de la existencia humana se configura en torno a esa tensa dualidad de la soledad y la comunión.

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Basilio Belliard

Del lugar enigmático ocupado por la soledad en la obra Paz nos recuerda el ensayista nativo: ‘’su concepción sagrada del acto poético- que se expresa como éxtasis místico- es el resultado entre la soledad y la comunión’’. Aunque la soledad aparentemente se expresa en el espacio, más bien opera como una disyunción temporal; la comunión dialógica, la otredad asumida suele tejerse en un tiempo bifocal.

Es indispensable subrayar que la poética adoptada por Basilio Belliard es de prosapia filosófica, pues se dirige a ceñir una cosmovisión abarcadora del hombre y el universo que va más allá del tiempo.

Hubiese sido pertinente adicionar sin embargo a la lectura filosófica del tiempo en Paz, un análisis semiolingüístico, es decir ver y explicar el relieve poético por ejemplo del presente durativo, rasgo semántico aspectual de los verbos utilizados por Paz, en largos poemas, como por ejemplo Pasado en claro y Viento entero. La adhesión poética de Paz al presente durativo es adhesión espiritual a la presencia de la materia y el ser, en el aquí y ahora.

A su poética filosófica Belliard adiciona una modalidad de lectura que George Poulet, el gran crítico suizo de la Escuela de Ginebra, definió como una crítica de identificación en la que “el acto crítico comienza por una adhesión inmediata, sin reservas al pensamiento de otro’’. Quiérase o no, este tipo de crítica dialógica predomina grandemente en la ensayística.

Belliard dialoga íntimamente con el luminoso poeta mexicano, lo exalta con júbilo asumido, piensa que sus opciones poéticas y filosóficas son las más pertinentes.

Basilio Belliard penetra sin ambages por la puerta grande de la comunidad de especialistas de Paz. Parejamente sus explicaciones son lúcidas y argumentadas, su escritura diáfana, su entusiasmo asumido incita a la lectura de la obra de Paz. Invitamos a los lectores a leer esta obra que engrandece con creces a la crítica dominicana.

Otro aspecto crucial de la obra del bardo mexicano es la cuestión de la otredad. Corolario de la soledad, lejos de ser una comunión.

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