He intentado incontables veces, comprender lo que está pasando en nuestro país y tratar de ser benevolente con las autoridades del actual gobierno; y como mansa oveja tragarme aquello de las “buenas” intenciones del primero entre los dominicanos. Sin embargo, mientras los medios masivos, me hablan de que vivimos en una porción de tierra insular, en la que conviven tantas maravillas, que aquel país de Alicia y sus aventuras, parecería un “niño de teta”.
En tal sentido, una cosa es lo que te dicen las palabras, los anuncios, los panfletos; y otra cosa muy diferente es la que te dicen los hechos. Los dominicanos convivimos en nuestra sociedad de la manera más individualista, y para ser empáticos con los problemas de los demás, tenemos que tener prácticamente el cuchillo en la garganta o que la pistola de los que nos han robado la paz, esté en nuestras costillas o en la sien.
Del mismo modo, y cómo si todo esto fuera poco, después de cerrar los negocios nocturnos del GSD (con navidad a la vuelta de la esquina) y volver a abrirlos .Ahora serán perseguidos los que compartan en las redes sociales las “noticias falsas”, donde se ven delincuentes arrasando con los ciudadanos de bien. Puede que entre la euforia y la indignación que las redes nos permiten descargar, se cuele algún evento que no sucedió aquí ni ahora. En tanto, la calle “bota fuego” y no sabemos cómo apagarlo. Ni plan Giuliani, ni diagnóstico, ni reducción, ni demás yerbas aromáticas. Al parecer la realidad superó a la ficción.
La seguridad ciudadana es una cuestión tan vital para nuestro país, que el no tenerla afecta a la economía, a la generación de empleos, al turismo, a la salud mental (hay gente que queda traumada después de tener el olor a pólvora tan cerca)… y lo peor es que las autoridades parecen no tener una solución inmediata, mientras se pasaron dos años y medio, haciendo las cosas bien en sus portadas y anuncios.
¡Ahora quién podrá defendernos, si el Chapulín colorado murió en el 2014!