Al utilizar o almacenar productos químicos debemos conocer los peligros que estos representan para la salud y la seguridad del usuario. Una forma sencilla de comunicar estos peligros es a través del etiquetado de los envases en que se comercializan en forma gráfica y escrita. Podemos ver, por ejemplo, que el envase de un insecticida tiene representado el peligro de tóxico por una calavera en su etiqueta.
Es común ver como un producto químico peligroso es reenvasado sin utilizar ningún tipo de comunicación del contenido en el nuevo envase, o peor aún, que la información que contiene es sobre un producto no peligroso o comestible, como las botellas de refrescos o agua. Revise en su cocina o área de lavado: muchos se sorprenderán al ver botellas de refrescos o agua conteniendo otro producto. Igual ocurre en el área de trabajo, vemos como cemento de contacto, alcohol, thinner o gasolina, son colocados en envases no aprobados y sin identificación alguna. Estos productos, como el cloro (hipoclorito de sodio), la trementina (hidrocarburo disolvente), el detergente líquido (sulfonato de alquilbenceno lineal) entre otros, se reenvasan en botellas de menor capacidad para un fácil manejo, pero son muy peligrosos si son ingeridos en grandes cantidades.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), cada día más de 300 niños son tratados en las emergencias de ese país por intoxicación con productos químicos y dos niños mueren por envenenamiento.
En República Dominicana la falta de conocimiento hace que estas cifras sean aún mayores y las estadísticas no reflejan la cantidad de casos diarios que acontecen.