Ombligos como antenas

Ombligos como antenas

Al aproximarse la Nochebuena nos invaden pensamientos “antilaborales”. Personas que han trabajado durante toda su vida, acostumbrados desde muy jóvenes a horarios rígidos y a “esfuerzos especiales”, desearían “dedicarse a la contemplación”. Quisieran “orientar el ombligo” hacia alguna estrella de la Vía Láctea, con la esperanza de recibir desde allí radiaciones benéficas para el estómago, el corazón o la cabeza. Oprimidos entre las congestiones del tránsito, las trapacerías de los políticos, los despojos de los delincuentes, creemos que “una pausa” actuaría como medicina balsámica. ¿Dónde venden teleras de las antiguas? ¿Dónde hay empanadas de catibia? ¿Es cierto que todavía se elabora el “jamón planchado”?
Las cenas de Navidad tradicionales en la República Dominicana abarcan numerosos platos. Empezando por el “lechón asado” y los pasteles en hojas, que son comidas “policlasistas”. En mis tiempos infantiles, en esta época, se sacrificaban muchos pavos. Los vendían vivos en el Mercado Modelo, en la Avenida Mella. En la ciudad de Santo Domingo era costumbre hervir lerenes, pan de frutas y manicongos. Estos últimos han desaparecido de la mesa y del folklore dominicanos; poco falta para que también desaparezcan de la “historia documentada”. El ponche criollo, en cambio, se conserva en todo su esplendor. Incluso con variantes sabrosísimas que llaman “tipo gourmet”.
Es difícil olvidar todo lo que hemos visto en lo que va del año 2016: en Siria, en Irak, en Ucrania, en las elecciones de los EUA, la frontera dominico-haitiana. Pero podemos apartar estas cosas de la memoria: para disfrutar de las buenas comidas navideñas; para departir con familiares y amigos; para “reparar” la máquina de trabajar, desear y soñar. Los seres queridos merecen más atención que todos los conflictos colectivos, siempre de lentísima solución. Algunos de ellos tendrán desenlace después que estemos muertos.
Comer bien, en grata compañía puede ayudar a la buen salud, física y mental. La pierna de puerco, un plato fuerte de la Navidad, requiere muchas horas de cocción y un cuidadoso sazonado previo. Es probable que el ombligo, en condición de antena para radiaciones, no reciba ningún “flujo apaciguante” del firmamento. Pero las comidas navideñas, de adentro hacia afuera, nos harán crecer el vientre, con el ombligo y demás órganos que están detrás.

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