La noción de la opinión encontró altísimos niveles de erosión en la medida que, un oficio serio, terminó asaltado por gente sin sentido de la profesionalidad y escasos escrúpulos. Cautivados por el ego, muchos se escuchan partiendo de la equivocada premisa de que son ellos la «noticia» y jamás los ciudadanos. Ahí pierde el receptor con interés de estar bien informado debido a la escasa credibilidad del propalador del mensaje y definido objetivo de orientar lo informado en función de una agenda específica.
En el país, con la misma intensidad de una democratización del acceso a los medios, la calidad del producto informativo parece penetrado por criterios políticos coyunturales y/o empresariales decididos a la imposición de su verdad.
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La época gloriosa de la información comprometida y/o investigación rigurosa pasó a manos de comunicadores, aunque escasos, altamente comprometidos con su profesión. Desafortunadamente, la naturaleza empresarial que caracteriza el mundo informativo necesita niveles de rentabilidad, en muchas ocasiones secuestrados por la franja de anunciantes que pagan esperando el comentario lisonjero y silencio cómplice. Además, las locuras del ejército de políticos y empresarios, de falencias existenciales inocultables que provocan los apetitos de «opinantes» como instrumentos útiles para su posicionamiento en la sociedad.
Aquí, cualquier persona sin formación, competencias ni compromiso social dispone de fondos y se hace atractivo sin pasar una prueba mínima sobre destrezas, capacidad y talento. De ahí, los alarmantes niveles de contubernio con un sector de la comunicación, formalmente decidido a transformar el barro en milagro.
Al final de la jornada, hemos ido perdiendo las voces rigurosas y el juicio incómodo que tanto requiere el modelo democrático. Todo se traduce en voces “alquiladas” sin sustancia, pero de alarmantes niveles de rentabilidad en capacidad de enviar la equivocada señal de que » esas posturas y comportamientos » constituyen material de emulación.
Afortunadamente, hay un puñado de profesionales comprometidos con la sociedad, con el hoy y el mañana. Estos no alquilan ni su cabeza ni su voz ni su pluma. Ellos son la garantía de que no todo está perdido. !En ustedes está puesta nuestra confianza!