Pensamiento
¡Ay, la corrupción!
Senasa
En El Seibo del siglo pasado era fama que un señorón, terrateniente rico, acostumbraba a llamar a los vendedores de dulces y fritangas y mientras los entretenía de un lado de la bandeja de exhibición, por el otro le robaba uno que otro de los objetos de venta.
Todo el mundo lo sabía, pero a nadie se le ocurrió denunciarlo, ni autoridad alguna hubiera creído al infeliz vendedor ante la palabra mentirosa y culpable del tutumpote.
Problemas tenía el infeliz vendedor al cuadrar el dinero recaudado contra los bienes no vendidos.
También allí, había un maestro que acostumbraba a llamar a Pedro Tomás, quien llevaba una bandeja con jalaos para venta y el voraz educador tomaba uno o dos de los dulces mientras comentaba: “Pedro Tomás, déjame ver cómo están hoy los jalados” ¡y nunca los pagó!
La historia viene de más lejos, data de los tiempos en los cuales el acompañante de un pordiosero fue descubierto en sus malas mañas, por el rico olor de un trozo se sabrosa longaniza que acababa de recibir el mendigo, quien había sido consumido por el hambriento compañero, quien le entregó un mendrugo vacío.
Información sobre distintos modos de robos viene en la Biblia, en los libros sagrados de la India y en los ricos y aleccionadores cuentos de “Las Mil y Una Noches”
En una palabra, mañosos, ladrones, bandidos, engañadores y farsantes, forman una legión de maleantes que merecen ser atrapados por la autoridad y castigados ejemplarmente.
Imagine usted que en la región este hubo “timacles” que robaban vacas con zapatos puestos al revés, ello permitía crear una pista falsa para los investigadores pues cuando las vacas iban, realmente venían.
No hablemos de la alteración de las balanzas desde la caña picada a puro sol, hasta las onzas que beneficiaban a los comerciantes que las atrasaban, y atrasan, para vender las 12 o 14 onzas como si se tratara de libras de 16 onzas.
Por supuesto, la mayor de las corrupciones es la que se presta a favorecer a maleantes porque tienen mucho dinero, en una palabra: si vas a robar, hazlo con estilo, hazlo en grande, que si hay castigo para ti será menor, ya se hallará un resquicio legal que te favorezca, o un “enllave” político o familiar.
Los delincuentes hallan hasta explicaciones y justificaciones para sus ejercicios de malas costumbres.
Se parecen, y las comparto, las opiniones de la procuradora general, Yeni Berenice y la del obispo Manuel Ruiz de la Rosa: la una dijo, si algún acusado estaba enfermo debió pensar antes de delinquir; el otro dijo ¿por qué no hablaron antes de ser descubiertos los que ahora son beneficiados con prisión domiciliaria?