Opinión

Navidad

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En nuestro país, este período del año adquiere características muy particulares. Hasta el clima se torna más generoso, esa “brisita” que en este período del año nos visita, nos cambia. El calor sofocante de pronto se transforma en temperaturas agradables, que llegan en algunas zonas del país a coquetear con heladas, alcanzando incluso a helar los árboles y las aguas que se aproximan al congelamiento: Hondo Valle Constanza, Pico Duarte, Jarabacoa, produciéndonos la sensación de que estamos fuera de República Dominicana. Por otro lado, tenemos las Dunas de Baní, nos llevan a pensar que, aquí también tenemos zonas cuasi desérticas, y ni hablar de nuestras playas, ríos, montañas. Así es nuestro país, tenemos de todo.

Todo ello, junto a las características del dominicano, nos hace sentir que estamos en “el mejor país de la bolita del mundo”. Resulta estimulante llegar al período navideño en dominicana, la gente se torna más alegre, dispuesta, con ganas de estar en las calles aunque no haya un propósito bien definido, compartir con familiares, amigos. Ir de tiendas, supermercado, colmadón, aunque poco o nada se compre pero, conversamos de los productos, precios, la familia. En la fila para pagar continúa el intercambio de informaciones: ¿Vive por aquí?, ¿Tiene hijos? ¿Esposo(a), novia? Intercambiamos números telefónicos y cuando salimos, ya casi somos familia.

Entre los dominicanos se desarrolla un espíritu de disfrute sin parangón. Olvidamos que también para mañana habrá necesidades pero, por ahora, todo se encamina al bonche que se armará. Una sensación un tanto eufórica se apodera de todos los dominicanos.

Algunos más rezagados evitan juntarse con familiares, vecinos y amigos para no romper el tedio ante el arrollador empuje de entusiasmo contagioso de sus conciudadanos. Somos así… así somos, parecería que una onda de alegría y felicidad nos arropa sin permitirnos apreciar que “la canasta subió”, “el pollo está caro o no aparece”, “a un pedazo de cerdo no hay quien le meta el pico”.

Todo quedará atrás: se comerá, beberá, disfrutará, luego ya veremos como extendemos las sábanas para que nos cubran todo el cuerpo. Si ello no es posible, les escuchará decir: “Pero, nadie se muere porque las sábanas no le cubran los pies, total ¡aquí siempre hace calor!”. Se lo advertí, amigos lectores: cuando la Navidad llega, nuestro país se transforma. Todo se acelera, el tiempo no alcanza y, para colmo, el tránsito se confabula, se hace aún más difícil desplazarse. Confiésese con Dios y pídale que le dé mucha paciencia para enfrentar estos felices/caóticos días.

Al iniciar este trabajo pedimos ser en esta época más generosos. Partiendo de que generosidad significa realizar actos desinteresados dirigidos a otras personas, pero que también benefician la salud de los que la practican.

Un estudio de la Universidad de Michigan evidenció que las personas que realizan labores voluntarias de ayuda experimentan aumento de autoestima, bajan sus niveles de estrés, menos depresión, más felicidad y hasta menos índices de mortalidad.

El Tecnológico de Monterrey expresa: “Estamos comprometidos con la generosidad como motor de cambio positivo en la sociedad, a través de diversas iniciativas enfocadas en áreas como educación, investigación, innovación, desarrollo comunitario. Buscamos fomentar una cultura de generosidad que trascienda las aulas y genere un impacto duradero”.

La generosidad elemento central de la Navidad, fomenta el espíritu de dar, compartir tiempo, recursos, afectos y no sólo regalos materiales, ser soporte emocional de aquellos más necesitados. Ser solidarios, empáticos, reconocer y apreciar las pequeñas cosas. Dándole un propósito más profundo a estas fiestas.

En Navidad, demos a los demás parte de nosotros, de nuestras capacidades, bonanzas, amabilidades, seamos generosos. Permítanme decirlo con palabras de Charles Dickens: “Pero estoy seguro de que siempre he pensado en la Navidad cuando llega como un momento bueno, un momento agradable, indulgente, caritativo y placentero, el único momento que conozco en el largo calendario del año en que los hombres y las mujeres parecen por consenso abrir libremente sus corazones cerrados”.

Se acerca la Navidad, hagamos el compromiso de disfrutar estas fiestas en un ambiente alegre, compartiendo con familiares y amigos, respetando el derecho ajeno, abrazados y con la determinación de hacer el bien.

Exclamemos todos con entusiasmo: ¡Feliz Navidad!

Sobre el autor
Julio Ravelo Astacio

Julio Ravelo Astacio