Héctor Julio
Los aportes del silencio

Retrato
A mi querido hermano Héctor Julio (Lolilo).
Ahora, cuando notamos que todo va muy de prisa, que el tiempo no nos alcanza y donde hasta las posibilidades de pensar se dificultan, debemos retomar un sendero tan necesario como el que nos lleva a hacer pausas, a meditar acerca de nuestra salud, de nuestras vidas.
El mundo acelerado es demasiado ruidoso: fábricas, vehículos, guaguas anunciadoras, colmadones con grandes bocinas que al parecer procuran explotar nuestros tímpanos, carros y motocicletas sin muffler bien acelerados para hacerse sentir, y los humanos vociferando para podernos comunicar, ya que, resulta difícil entendernos.
El ruido está en las calles, en los dispositivos, en las conversaciones apresuradas, que al parecer sin la paciencia adecuada, desean expulsar en un minuto aquello que podría tomarhoras de tranquila y adecuada conversación. La presión por responder de inmediato en la ansiedad que produce “no estar al día”.
Y, sin darnos cuenta, el ruido externo fue apagando el interno. En ocasiones bastan unos minutos desconectados para que aflore una inquietud inexplicable, como si el silencio fuera una amenaza y no un refugio.
En la especialidad he aprendido que el silencio no es ausencia: es una forma de presencia intensa, un espacio donde la mente se revela sin demandas. En los momentos actuales el silencio es interpretado como improductividad, vacío o incluso pérdida de tiempo. Algunos pacientes me comentan que incluso cuando están solos en casa encienden la TV o ponen música a alto volumen para no sentir dos cosas que no soportan: el silencio y la soledad.
Conviene destacar que el silencio nos ayuda a ordenar nuestros pensamientos, palabras, para hablar mejor y expresar las ideas de un modo más armonioso, coherente, oportuno y pertinente, permitiendo un mayor aprendizaje.
En psicología, el silencio como respuesta es una forma de comunicación no verbal poderosa y ambivalente: puede ser una pausa reflexiva para procesar emociones y evitar conflictos, pero también una herramienta de manipulación o castigo (la ley del hielo) que causan daño, generan ansiedad y comunica desinterés o rechazo.
“The Sound of Silence” (El sonido del silencio) hermosa canción escrita en febrero del 1964 por Paul Simon e interpretada junto a Arthur Garfunkel, que fue fondo musical en la película “El Graduado” y que incluso en la actualidad se usa en la versión canta primeras líneas reúnen el sentimiento de la canción, el silencio como refugio, como confidente, pero también como síntoma de un mundo donde las voces reales se ahogan en la indiferencia.
Los sonidos del silencio pueden interpretarse como una metáfora de la relación entre el ser humano y la divinidad, donde el silencio es un espacio para la reflexión y la espera de una señal o palabra de aliento. El silencio no expresa vacío, está lleno de significado, fuerza y sabiduría.
Numerosos estudios han mostrado que el silencio reduce la hiperactivación del sistema de alerta, favorece la recuperación del equilibrio neurovegetativo, estimula la plasticidad y la consolidación de la memoria, permite procesar emocionalmente aquello que el ruido interrumpe, el silencio literalmente repara.
En un mundo hiperestimulado, el silencio es como una pausa biológica que el cerebro agradece más que cualquier estímulo placentero. No hablamos de escapar del mundo, sino de regularlo, de permitir pequeñas espacios de sosiego dentro del día, tales como: - Respirar antes de responder.
- Guardar un minuto de pausa en medio del caos.
- Comer sin estar pendiente a pantallas.
- Dedicarse minutos de quietud consciente.
La salud mental no siempre comienza con grandes cambios; a veces, inicia con un pequeño espacio en blanco. Si llegamos a silenciar nuestra vida interior, el ruido se convierte en una forma moderna de despersonalización: estamos activos pero desconectados, rodeados pero inmensamente solos.
En la consulta, el silencio tiene un poder terapéutico único, permite que el paciente escuche su propio relato, sin interrupciones. Permite que lo esencial tenga lugar.
En las relaciones humanas el silencio puede significar confianza, presencia profunda, intimidad.
En la enfermedad, puede ser consuelo. En el duelo, puede ser compañía. En el amor, puede ser lenguaje.
“Recuperar el silencio: un acto de salud mental”.