Escribí, hace tres semanas, el texto titulado “Estiércol en el Poder Judicial”, donde sostengo que castigo a la corrupción y cese de la impunidad son ámbitos de jueces y fiscales; que ese órgano vital del Estado atraviesa hoy su peor momento y necesita urgente profilaxis y pedía al presidente Danilo Medina la convocatoria del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) “para limpiarla de tan nauseabundo hedor”. Medina acaba de convocarlo para el 15 de mayo.
Conforme al anuncio de Flavio Darío Espinal, consultor jurídico del Gobierno, el CNM evaluará el desempeño de los actuales magistrados de las altas cortes, elegirá los jueces del Tribunal Superior Electoral (TSE) y sustituirá a los renunciantes o longevos de la Suprema Corte de Justicia.
Creo que, concomitante a reemplazos y designaciones, el objetivo del CNM presidido por el mandatario ha de girar en torno a la necesidad inminente de cambiarle el rostro partidario a la Justicia, dándole a los magistrados la independencia consagrada en nuestra Carta Magna: “independientes, imparciales, responsables e inamovibles y sometidos a la Constitución y a las leyes”.
Desafortunadamente, esa no es la realidad actual. Como escribí anteriormente, “parecería que durante la gestión del sapiente jurista Mariano Germán, presidente de la SCJ, el aparato judicial sucumbe y, de pronto, el estiércol ha flotado hacia la superficie social embarrándolo todo, tornándolo irrespirable, trasluciendo un sistema disfuncional, de jueces y servidores venales, prevaricadores, carente de recursos económicos, allanando el camino para que la delincuencia, la criminalidad, el narcotráfico, el fraude financiero y el delito de cuello blanco sienten sus reales en medio de una sociedad incrédula y espantada”.
La impresión de que la Justicia es del PLD debe sustituirse por un sentimiento vigoroso y pluralista, comprometido con castigar la corrupción y la impunidad.