Miami (EE.UU.), (EFE).- La organización benéfica Un techo para mi país, creada en Chile en 1997, pretende construir en Haití 10.000 viviendas en cuatro años, incluidas las mil casas que quiere levantar en solo diez días con ayuda de dos mil voluntarios en coincidencia con el primer aniversario del terremoto.
El director de Desarrollo para América Latina y el Caribe de Un techo para mi país, el uruguayo Ignacio González, dijo hoy a Efe que esa organización ha centrado en Haití sus mayores esfuerzos ante la urgente necesidad de resolver las enormes necesidades del país.
Con motivo de cumplirse un año (el 12 de enero) del terremoto que asoló Haití nos hemos propuesto organizar dos mil voluntarios para en diez días construir mil casas, señaló González. El terremoto de enero dejó 300.000 muertos, otros tantos heridos y 1,2 millones de damnificados en un país que es considerado el más pobre de América, actualmente afectado por una epidemia de cólera que se ha cobrado hasta ahora la vida de 1.250 personas.
La organización, formada mayoritariamente por estudiantes universitarios, comenzó sus actividades en Haití el pasado abril y se planteó como objetivo para este año construir mil casas. Llevamos 826. En total pretendemos construir 10.000 viviendas en cuatro años, para lo que se necesitan 20 millones de dólares, agregó González. Desde su fundación en 1997 en Chile con el objetivo de proporcionar un hogar digno a las personas más pobres, la organización ha construido miles de casas en varios países de Latinoamérica.
En América Latina nuestro presupuesto este año fue de 60 millones de dólares de los cuales 40 millones fueron solamente para Chile. El terremoto (de febrero) nos obligó a utilizar 30 millones para viviendas de emergencia. En menos de tres meses hicimos 24.000 casas con 80.000 voluntarios, explicó el director de desarrollo. Según González, en Haití ya tienen el terreno, las familias, la logística y los voluntarios».
Lo que nos falta son los fondos. Para eso nos estamos moviendo desde muchas áreas y hemos encontrado el apoyo de distintas empresas, señaló.
De cara a la reconstrucción de las zonas más pobres Un techo para mi país sigue siempre las mismas fases, dos en la mayoría de los países y un tercero que de momento sólo han aplicado a Chile, donde comenzaron a realizar su labor hace ya 13 años.
El primero de ellos es el de la dotación de viviendas de emergencia para las familias, estructuras de seis por tres metros que elaboran entre ocho y diez voluntarios en dos días y que tienen un coste medio de 1.500 dólares en Latinoamérica y de 2.000 en el caso de Haití.
No tienen ni agua, ni luz, ni alcantarillado. Es simplemente una vivienda con un suelo seco y un techo digno. Las familias tienen que pagar el 10% para involucrarlas en el sentido de pertenencia y también fomentar el ahorro. Tiene un impacto muy fuerte en un plazo muy corto y eso genera mucha credibilidad en las comunidades, explicó González.
La segunda etapa es lo que llamamos habilitación social, distintos planes que buscan romper el círculo de la pobreza desde distintos ángulos. Ahí trabajamos en el tema de la salud, la educación, los microcréditos, la capacitación de oficios y la asistencia jurídica, agregó.
El tercer paso, sólo vigente en Chile, es el de la vivienda definitiva. De momento se ha conseguido alejar de los campamentos a 115.000 familias y el objetivo actual pasa por mover a las 20.000 restantes y convertir al país en el primero que los erradique.
Un techo para mi país ha llegado ya a 18 países de América Latina y ha construido 75.000 casas con ayuda de cerca de 300.000 voluntarios universitarios, sin duda su mayor activo. EFE