Una década después de su muerte, Osama bin Laden es un vago recuerdo en la ciudad paquistaní de Abbottabad donde fue abatido, y su antigua residencia es ahora un descampado donde juegan los niños a críquet o al fútbol.
«¿Osama bin Laden? No sé muy bien quién es. He escuchado hablar de él, pero no sé mucho», dice a Efe Sultán, un chaval de 16 años en el descampado donde se levantaba la vivienda en la que vivió durante al menos cinco años el terrorista más buscado del mundo junto con tres esposas y ocho hijos.
A su lado, el pequeño Faisal explica que el lugar donde se encuentran se conoce como el «recinto Osama», pero que para ellos lo importante es que tienen un lugar donde jugar al críquet, fútbol o al pilla-pilla.
«Estamos contentos porque aquí podemos jugar. No hay parques ni zonas de juegos en el barrio», afirma el niño de 11 años.
Así, un grupo de niños se pasa la mañana haciendo piruetas, persiguiéndose y haciendo el ganso en el descampado, situado a dos kilómetros de la academia Kakul, el centro de enseñanza militar más importante del todopoderoso Ejército paquistaní.
En este mismo lugar en la madrugada del 2 de mayo de 2011, 23 Navy Seal estadounidenses mataron al terrorista más buscado del mundo, en una operación en la que también murieron dos guardaespaldas del saudí, la mujer de uno de ellos y uno de los hijos del fundador y líder de Al Qaeda.
La misión, de 38 minutos de duración, se realizó sin el conocimiento de las autoridades civiles y militares paquistaníes, de acuerdo con la versión oficial de Islamabad y Washington.
RECUERDOS
Diez años más tarde los vecinos recuerdan ese día, si se les pregunta por ello.
«Con los primeros ruidos pensé que era una celebración al principio, pero cuando sonó una explosión me quedó claro que estaba pasando algo», cuenta a Efe Ahmed, empresario de 46 años que vive enfrente del «recinto Osama».
Salió a la calle como tantos otros, pero no pudo ver nada ya que las autoridades paquistaníes cortaron la zona.
«La gente ha olvidado a Bin Laden, siguen con sus vidas», asegura Ahmed.
Varios transeúntes mostraron su indiferencia hacia el saudí al ser preguntados por Efe.
La operación secreta estadounidense para liquidar al líder de Al Qaeda puso a Pakistán en una difícil situación. Entonces, los militares tuvieron que elegir entre declarar su incompetencia o su complicidad con el terrorista.
Eligieron la incompetencia, afirmando que no sabían que el hombre detrás del ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 vivía con su familia a tiro de piedra de la principal academia militar paquistaní.
Malik, un exmilitar de las Fuerzas Aéreas, sostiene que no hubo complicidad por parte de Pakistán y que Bin Laden logró entrar en Abbottabad escondido.
«No es posible para ninguna agencia de inteligencia vigilar cada casa, cada rincón», dice a Efe el exmilitar y vecino de Abbottabad.
Otros sostienen que el terrorista no vivía en Abbottabad ni en Pakistán y que todo fue un montaje, como es el caso de Rahman, de 65 años, quien desde su casa frente a la de Bin Laden vio los dos helicópteros en los que llegaron los Navy Seal desde el vecino Afganistán.
«Osama era muy importante. ¿Por qué no mostraron fotos o imágenes», dice Rahman.
AYMAN AL ZAWAHIRI
Una década después de la muerte de Bin Laden aún se busca a su sucesor Ayman al Zawahiri. Estados Unidos ha señalado varias veces que el egipcio podría estar escondido en la frontera entre Afganistán y Pakistán.
«Estas áreas fronterizas no están gobernadas. Es posible que al Zawahiri se encuentre allí», dice a Efe el presidente del Centro de Investigación de FATA (antiguas áreas tribales de administración federal), Saifullah Mahsud.
El académico no cree que Al Qaeda represente ahora una amenaza, superado por su facción disidente Estado Islámico (EI) y sostiene que la memoria de Bin Laden se desvanece entre la población de un país donde se llegó a bautizar a niños con su nombre.
«Su memoria sigue, fue la imagen del yihadismo, pero a la gente ya no le importa», afirma Mahsud.