Investigando sobre este tema, he podido identificar que desde el siglo pasado se estudia la relación de la guerra con la presentación de problemas neuropsiquiátricos o psicológicos, y que hasta hace muy poco el interés se centraba en lo militar, y apenas se investigaba la reacción de la población civil o se divulgaban los conocimientos de Psiquiatría y Psicología militar que se iban acumulando. Esto según los estudios, se debe probablemente al escaso interés desde los altos mandos en evidenciar los problemas que generaban las guerras a las que se enfrentaban sus naciones.
Pero más aún me llamó la atención saber que, actualmente, en los más de cien conflictos bélicos de los últimos diez años, más del 80 por ciento de las víctimas son civiles. Los estudios del ámbito militar han dado lugar a un gran desarrollo de la Psiquiatría y Psicología militar, que se han ocupado de la selección del personal, de la propaganda militar, de métodos de intervención psicológica sobre el enemigo y en menor medida del estudio del efecto psicológico de la guerra, así como del tratamiento de los trastornos.
Estoy muy de acuerdo cuando expresan que las guerras civiles modernas y la violencia política tienen unas características peculiares. Están diseñadas para desintegrar la sociedad, la cultura del enemigo. Se dirigen contra partes de la población civil, con el objeto de tratar de aniquilar su identidad y desproveerla de los recursos socio-comunitarios que estructuran ésta. “Son guerras de destrucción de comunidades, de valores, donde la técnica como la limpieza étnica, es decir, la estrategia de hacer desaparecer cualquier rastro de identidad cultural del enemigo es lo más importante y utiliza todas las armas a su disposición: violación sistemática de mujeres, genocidio, hostigamiento y tortura a la población civil”.
Es por esto que, lo concerniente a los problemas psíquicos ligados a la situación de guerra se deben identificar como trauma psicosocial, el cual constituye así la cristalización concreta en los individuos de unas relaciones sociales aberrantes y deshumanizadoras como las que prevalecen en situaciones de guerra civil, basadas en la relación violenta, la polarización social y la mentira institucionalizada.
Tras la guerra vienen los problemas, y las poblaciones sobreadaptadas a la situación previa tienen que hacer un gran esfuerzo para enfrentarse a la normalidad superando el trauma. La mayoría de los estudios sobre consecuencias de la guerra se han realizado en estas situaciones de postguerra, centrándose en poblaciones determinadas. En soldados, además de la reacción de combate, el trastorno que se ha encontrado se asocia con más frecuencia al de estrés postraumático (prevalencias del 7 al 20 por ciento). Los refugiados y desplazados de guerra muestran en todos los estudios una amplia variedad de diagnósticos psiquiátricos.
Casi todos los síntomas del trastorno por estrés postraumático son producto del bloqueo de las funciones perceptivas del Yo: el desgaste psíquico, la amnesia total o parcial, la reducción acusada del interés, la disminución de la capacidad para sentir emociones, las dificultades para concentrarse, el insomnio, la irritabilidad y la disociación psíquica.
El tratamiento incluye diversas modalidades psicoterapéuticas individuales, entre las cuales podemos destacar la cognitivo-conductual; también son de gran utilidad las terapias de grupo y de familia, y los grupos de autoayuda.