No se le anunció al país. No hubo inauguración ni fiesta. Debieron haberse enterado los moradores de esa vía y quienes acostumbran transitar por el sector La Castellana. Aún no está en los mapas ni en buscadores electrónicos. Tampoco se ha incorporado a guías y localizadores satelitales. Parece que se trata de una decisión reciente: ¡Por fin el Ayuntamiento del Distrito Nacional asignó una calle a Emilio Rodríguez Demorizi!
El apellido figura escrito incorrectamente, “Demorzini”, pero ya el cabildo tendrá tiempo de corregirlo. Lo importante es que se aplicó una de dos resoluciones que había emitido el honorable Concejo de Regidores, en 2004 y 2006. Se ejecutó la primera y más fácil, porque la segunda implicaba omitir y trasladar la de Fray Cipriano de Utrera, que está en el Centro de los Héroes.
Rodríguez Demorizi merecía con creces esa distinción que muchos reclamaban, sorprendidos, ya que precisamente la sala de sesiones del ADN lleva su nombre, por lo que es inevitable escribirlo y leerlo en cada documento de esa institución que se expide. Don Emilio fue regidor y presidente de la entidad.
Fue una casualidad encontrar esa sorpresa. El rótulo está nuevecito, recién pintado. Luce que lo colocaron hace poco tiempo. Quizá este mismo año.
Emilio Rodríguez Demorizi es una de las figuras más polifacéticas, a pesar de que generalmente se le reconoce por su faceta de historiador. A la investigación y difusión histórica dedicó su vida. Nadie lo ha superado en cantidad de obras publicadas sobre esa materia con un contenido original, calificado, documentado, confiable.
Sin embargo, también fue abogado, maestro, diplomático, genealogista, coleccionista de arte, masón, bibliógrafo. Entre las privadas, su biblioteca era la más completa.
Conciliador. Desde 1961, cuando no estaba tan en uso esa palabra, Emilio Rodríguez Demorizi se convirtió en el conciliador en momentos tan amenazantes de la paz social como fue el periodo de destrujillización. Poco se ha escrito de las valiosas gestiones de Rodríguez Demorizi antes los remanentes del trujillato, principalmente frente a Ramfis Trujillo y sus tíos que pretendían erigirse en los herederos del tirano, y al entonces presidente títere Joaquín Balaguer.
Desempeñando ese papel recibió en 1961 a los líderes del Partido Revolucionario Dominicano que regresaban de su largo exilio, a quienes acompañó en sus recorridos, reuniones y visitas.
Es probable que fuera ente mediador, además, al finalizar la Revolución de Abril, en las negociaciones de los jefes constitucionalistas y el comité de observación de la Organización de Estados Americanos para una solución al conflicto, o al menos, que asesorara al presidente Caamaño, su amigo, en esta histórica “reconciliación”.
Rodríguez Demorizi, quien aparece en algunas fotos acompañando al coronel de Abril, perdió en la contienda a su hijo José Antonio Rodríguez Soler, que, “bisoño, cayó en San Carlos bajo el fuego enemigo”. Consignó José Israel Cuello que Rodríguez Demorizi llegó a escribirle discursos a Caamaño.
Se relacionó con figuras universales representativas de las letras, política, literatura, diplomacia, historia. En la Bibliografía e iconografía de Emilio Rodríguez Demorizi que publicó Orlando Inoa, se aprecia al fenecido historiador junto a Cayetano Armando Rodríguez Aybar, Federico Henríquez y Carvajal, Fray Cipriano de Utrera, Ospina Pérez, Manuel Ballesteros Gaibrois, Enriquillo Henríquez, Víctor Garrido, Sócrates Nolasco, Carlos Larrazábal Blanco, Parmenio Troncoso de la Concha.
También con Pedro Henríquez Ureña, Gregorio Marañón, Ramón Menéndez Pidal, Atilano Vicini, Telésforo Calderón, Anastasio Somoza, Rafael Leónidas Trujillo, Luigi Einaudi, Vetilio Alfau Durán, Emil Boyre de Moya, Julio Postigo, Ramón Marrero Aristy, Oscar Robles Toledano, Ramón Castillo, Nicolás Silfa, Ángel Miolán, José Francisco Peña Gómez y otros.
El historiador. Se repite que no es posible escribir la historia dominicana sin consultar los libros de Emilio Rodríguez Demorizi. El consagrado autor dio a la luz más de 125 libros, no solo de historia. Literatura, arte, folclor, poesía, geografía, economía, novelas, humanidades, milicia, periodismo, agricultura, derecho, gramática, biografías, fueron géneros abordados por él.
Por tan singular producción fue reconocido con galardones como los premios Nacional de Literatura, Miguel Cervantes, de la Academia de Ciencias, doctorados honoris causa y diferentes condecoraciones.
Colegas, estudiantes, escritores y políticos nacionales y extranjeros se hacían presentes en su residencia de la calle Mercedes 81, donde recibía a veces tras la secular ventana con asiento interior integrado o en el vestíbulo en el que se destacaba la imponente escultura de su hija Clara.
El llamado Padre de la Historia Dominicana nació el 14 de abril de 1906, en el municipio de Sánchez, hijo de Félix Francisco Rodríguez y Genoveva Demorizi Campos. Realizó sus primeros estudios en La Vega y posteriormente se graduó de licenciado en Derecho en la Universidad de Santo Domingo.
Estuvo casado con Silveria Rodríguez Castellanos, madre de Clara.
Fue abogado ayudante del Procurador General de la República, director de asuntos haitianos de la Cancillería, rector y catedrático de la Universidad de Santo Domingo, profesor de la Academia Militar Batalla de Las Carreras, Ministro Plenipotenciario en Colombia e Italia y embajador en Nicaragua, Costa Rica y España, secretario de Interior y Policía, director del Archivo General de la Nación, secretario de Estado de Educación, presidente de la Academia Dominicana de la Historia, de la Sociedad Dominicana de Geografía, de la Logia Cuna de América. Hablaba castellano, francés e italiano.
Falleció el 27 de junio de 1986, víctima de un derrame cerebral.
(Las imágenes que ilustran este reportaje fueron reproducidas del libro Bibliografía e iconografía de Emilio Rodríguez Demorizi, por Orlando Inoa y otras fueron facilitadas por el AGN).