El Pais/ En la Foto El escritor e investigador, Manuel Mora Serrano, fue el ganador del Premio Nacional de Literatura , en la Fundacion Corroipio recibe el reconocimeinto del Empresario Jose Luis Corripio Estrada ,En la Fundacion corripio ,HOy/Jose Francisco ,8-4-2021
A la Licda. Carmen Heredia, ministra de Cultura
A mi viejo y querido amigo José Luis Corripio Estrada, presidente fundador de la Fundación Corripio Inc., creadora de estos y otros premios y a los miembros de dicha Fundación
Al escritor José Alcántara Almánzar
A los demás miembros del jurado representados en este salón
A los colegas de las letras
A los escritores y artistas asistentes
Señoras y Señores:
¡Torres de Dios! ¡Poetas!
¡Pararrayos celestes
que resistís las duras tempestades,
como crestas escuetas
como picos agrestes,
rompeolas de las eternidades!
Dijo Rubén Darío en Cantos de Vida y Esperanza. Con esas ilusiones para la literatura en general, comienzo a dar las gracias. Iniciando con doña Carmen Heredia, ministra de Cultura, por su voto y sus palabras de hoy.
A la Fundación Corripio Inc., en la persona de mi compañero de estudios Pepín Corripio; a los demás miembros de ella, y en especial a sus asesores Julio César Castaños Espaillat y José Alcántara Almánzar; a este último por sus palabras de presentación. A los demás Miembros del Jurado por este premio que no esperaba. A los colegas de las letras que durante años, sobre todo en este, pre y post premiación, hablaron de Manuel Mora Serrano, a veces haciendo sonrojar a Manolo Mora, mi modesto otro yo, que tanto evita los resplandores de la fama, y tan feliz vivía en su limbo hogareño haciendo en silencio su obra literaria.
Sería un ingrato si no agradeciera al ciudadano Luis Abinader Corona, presidente constitucional de la República, por invitarme a su Despacho para felicitarme personalmente junto al también viejo amigo Antoliano Peralta Romero. Además porque no conforme con eso, para mi sorpresa, como premio al Premio, ha decretado un aumento sustancial de mi pensión de escritor.
Imperdonable sería no citar a doña María Amalia León la Presidente de la Fundación Eduardo León Jimenes, quien a nombre de ella, del Centro León, emisora Raíces, nos dirigió una amable carta de felicitación el 27 de enero.
La cual no había respondido esperando hacerlo en esta oportunidad, urbi et orbi, para decirle en alta voz: Muchas gracias doña María Amalia León.
Dedicamos este Premio de manera muy particular: A Pimentel, a la Región Nordeste, a mis descendientes, y a la Promoción de Abogados 1951-56.
Dicho esto, resumiré mis preocupaciones culturales, prometiendo ampliarlas en una serie de artículos, en los cuales podré señalar mi agradecimiento a los medios escritos, radiales y televisivos por los editoriales, menciones, entrevistas, artículos, semblanzas, etcétera.
Sobre todo a los que antes y después del premio, escribieron o pensaron que lo merecía; sin olvidar a las instituciones que han realizado homenajes ni a las que han prometido otros. Todo lo recogeré en un folleto que haré llegar dedicado a cada medio, persona física, institución moral o académica, que lo haya hecho o lo haya prometido.
¡Torres de Dios, Poetas! Dijo Rubén: No en este país, en el cual, por ejemplo, desearía ver antes de morir, el inicio de una cruzada cultural para el rescate de las obras de nuestros escritores y artistas, como una alta misión nacional, regional y municipal, obteniendo libros y manuscritos digitalizados o físicos. En especial revistas y periódicos que no se conserven o cuyas ediciones estén incompletas en el país, buscados y traídos de todas partes del mundo, en cualquier idioma, desde las grandes bibliotecas o de la Web.
¿Torres de Dios, Poetas? En esta Ciudad Primada de América donde desearía dejar de sentir la enorme vergüenza de una injusticia poética de dimensiones colosales: Que Franklin Mieses Burgos, fallecido en 1976, el más grande poeta lírico que ha producido esta ciudad, haya sido olvidado por los munícipes, los congresistas y los presidentes. No quisiera morir sin caminar por la vía que lleve su nombre diciendo unas palabras en su inauguración, que ojalá fuese por Los Arrayanes de Bella Vista, o la Rosario del Renacimiento.
Calles que aunque son bellas, quedarían más embellecidas con su nombre poético.
¿Torres de Dios, maestros? No. Otra vergüenza mayor: Que habiendo producido a un talento continental de la talla de Pedro Henríquez Ureña, de quien Jorge Luis Borges dijo que merecía el título de Maestro de América, no se haya honrado el país creando el Instituto de Filología que aglutinara lo mejor de nosotros, de España y de América, para que una vez por todas se superen los lamentables fallos que tenemos casi todos en el uso del lenguaje, especialmente los escritores, entre los que me incluyo, además de maestros y catedráticos.
¿Torres de Dios escritores y artistas? Si pensamos que el menosprecio a nuestros grandes muertos ha sido tan increíble, que nunca se ha hecho el Panteón Nacional de Escritores y Artistas. Vamos a los camposantos, y salvo en las aldeas, da mucho trabajo saber dónde están enterradas las cenizas de ellos o ellas. Y lo que es peor, que no haya representaciones de sus figuras en las plazas o en las aulas, ni reediciones o ediciones de sus obras dispersas o inéditas puestas al servicio de las comunidades. La falta de tarjas señalando donde nacieron, vivieron o murieron o se formaron orquestas, movimientos y proclamas literarias. Por lo menos calles o caminos con sus ilustres nombres.
¿Torres de Dios los artistas? Cuando las escuelas de Bellas Artes no tienen como materia hacer bustos y estatuas de escritores y artistas que un día se coloquen en las plazas aburridas de nuestros pueblos, y de esta ciudad.
¿Torres de Dios, Poetas? No en este país, en el que ni el Presidente de la República ni los Jurados del PNL han recordado que en Moca está el decano de nuestros escritores no condecorado ni premiado, olvidado a sus noventa años.
Me refiero a Juan Alberto Peña Lebrón, que no solo ha llevado una vida literaria y profesional limpia y honesta, que debe servir de ejemplo a tanta gente deshonesta y corrupta, como hemos padecido, y, según algunas denuncias, seguimos padeciendo; quien, además, ha dejado cuatro o cinco poemas perdurables, cuando muchos de los ganadores de este premio, no dejaremos ni un par de páginas notables ni un par de versos memorables, quizás.
Finalmente, llegamos a dos sorpresas por las que no ha sido publicado mi discurso, como ha sido tradicional en estos premios.
Esta vez no me gustaría preguntar ¿Torres de Dios, poetas? Dado que el aeda de quien vamos a hablar, no merece a lo mejor ni una torrecita.
Empero, desde el llano, ofrecemos una muestra física rompiendo otras tradiciones en estos eventos. En correspondencia a la unanimidad de los jurados, rescatando este viejo poema: Sinfonía en la Primavera, unido a un comentario iluminador de Roberto Fernández Valledor, un profesor antillano, doctorado en letras, que hemos impreso para regalarlo, sin que se confunda con una presentación formal que haremos en Pimentel y en San Francisco de Macorís.
Hoy solo entregaremos, a cada uno de los invitados presentes, dedicado el mío, su par de ejemplares, motivado por estas palabras de la introducción al poema:
“…Todo esto lo hemos recordado al recibir el Premio Nacional de Literatura de este año y lo ofrecemos en este libro como una forma más poética de agradecer de una manera permanente a todos los que sin insinuarlo ni conocerme votaron de manera unánime ese alto honor. Muy especialmente a la Fundación Corripio que tuvo la idea, lo creó y lo ha mantenido; al jurado, a todos sus miembros sin excepción; a los colegas de este mundo de las letras, en especial a los afortunados ganadores que me han llamado o escrito y a tantas gentes que me han abrumado con muestras de cariño.
A ellos, pues, además de las dos damas a quienes dedico el poema”.
¿Torres de Dios, literatura? No tanto, mas, sí, una aproximación modesta en esta otra ruptura de la tradición: La de hablar del dinero del premio que no recuerdo si otros lo hayan hecho. Empero, como no me creía merecedor, pienso que se lo han dado a la literatura, y solo en ella lo debo consumir.
Anuncio que, con ese dinero crearemos la Fundación Amidverza (Amigos de la verdad y la belleza) para poner las primeras piedras de la zapata de una institución cultural que pensamos levantar en Pimentel, en el solar donde nací: Una estructura dedicada a una biblioteca ecuménica digital y física. Y un centro de estudios literarios al servicio de todos los interesados, criollos o extranjeros, en las letras y en las artes.
Depositando a plazo fijo en una organización bancaria solvente la totalidad de la suma, esperando que cuando se haya constituido esa fundación sin fines de lucro, nos llegarán aportes generosos de otras fundaciones, especialmente de la Corripio, la E. León Jimenes, del Gobierno, y de otras instituciones que por este medio solicitamos, para erigir, no una Torre de Dios, tan solo una torrecita humana de artes y letras.
Todas estas preocupaciones serán ampliadas y explicadas. Hoy no tenemos espacio ni tiempo para ello. Buenas tardes.
MANUEL MORA SERRANO, PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2021
En la Sala Manuel Rueda de la Fundación Corripio
Santo Domingo, 8 de abril 2021