Tanto en la vida, en sentido general, como en la política en particular, quien dice lo que no debe puede terminar escuchando lo que no quiere; o lo que no le conviene, que es peor todavía.

Rafael Paz estaba obligado a saber, al renunciar públicamente del PLD culpando a la “cúpula impermeable” de su intempestiva salida, que sus palabras traerían respuestas, algunas de ellas previsiblemente fuera de tono, pues los políticos del patio siempre tienen puesta la ropa de pelear y la lengua presta para insultar, mucho mas cuando se consideran traicionados por alguien que creían uno de los suyos.

Y aunque hasta ahora podría decirse que lo han tratado con cierta consideración al calificarlo como un ingrato sin memoria, o criticando que sin haber hecho una carrera política en el PLD, subiendo peldaño a peldaño por sus distintos organismos, cayera en paracaídas en el poderoso Comité Político por obra y gracia de la misma cúpula que hoy denuncia, debería prepararse para escuchar peores cosas.

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Sobre todo en las redes sociales, donde existe licencia para agraviar sin piedad ni misericordia en nombre de una libertad que, de manera paradójica, hace rato que degeneró en un libertinaje fuera de control.

Gustavo Sánchez, vocero de la banbada del PLD en la Cámara de Diputados, aprovechó la circunstancia para criticar que su partido le haya hecho espacio en su máximo organismo de dirección a alguien que no es un verdadero demócrata, que fue incapaz de entender que no todo lo que propone tiene que ser aceptado por el colectivo al que pertenece, en este caso un partido político con reglamentos y estatutos, y donde se imponen las decisiones de la mayoría.

“Ese es el resultado de madurar cosas con carburo; no saben a nada”, sentenció, de manera gráfica, el legislador peledeísta, con quien mucha gente, dentro y fuera del PLD, estará absolutamente de acuerdo.