Parece que la violencia “absurda, salvaje e inútil”, como la describió hace unos días el presidente Luis Abinader, se va a convertir en un poderoso estímulo para acelerar la aprobación del Código Penal, pues lo que está sucediendo es razón mas que suficiente para que nuestros legisladores superen sus diferencias y le pongan fin a décadas de espera.
Ayer los voceros de cuatro partidos en la Cámara de Diputados coincidieron en considerar una “necesidad nacional” su aprobación, razón por la cual solicitarán a su presidente, Alfredo Pacheco, colocar la pieza en agenda con carácter de urgencia. Y si es verdad lo que declaró el presidente de la Comisión Permanente de Justicia de la Cámara Alta, Alexis Jiménez, quien asegura que los disensos que mantenían el juego trancado han sido superados en un 90 por ciento y que solo se está a la espera del “momento adecuado” para ponerlo en agenda, tendremos que estar todos de acuerdo en que ese momento ha llegado.
Puede leer: Que no se olvide
Pero sería un error pensar que su sola aprobación resolverá el problema de la delincuencia y la criminalidad, ni detendrá la “orgía de sangre”, como plantea el senador reformista por La Vega Ramón Rogelio Genao. “La mejor receta o vacuna que puede tener la judicatura para desestimular la violencia que afecta a la República Dominicana es aprobar el Código”. ¿Pero qué hacemos mientras tanto, Senador?
El gobierno piensa que una vigilancia por aire, mar y tierra mantendrá a raya a la delincuencia, que se ha visto obligada a replegarse, pero está obligado a saber que ese paliativo solo durará lo que dure un operativo que, por sus altos costos, es insostenible en el tiempo.
Y lo que mas tienen los delincuentes para crecer y multiplicarse es tiempo, por lo que nunca funcionarán las soluciones inmediatistas y de corto alcance; pero tampoco los parches asistencialistas con los que, gobierno tras gobierno, se ha buscado enmascarar la verdadera causa de nuestros males presentes y futuros: la desigualdad social.