Antes de las suspendidas elecciones municipales, es decir, del 16 de febrero, el grueso de las firmas encuestadoras otorgaban un empate técnico entre el PLD y el PRM y sus respectivas organizaciones aliadas. Para esas empresas, dedicadas a los estudios de opinión, el PLD y el PRM obtendrían, más o menos, la misma cantidad de alcaldes.
Sin embargo, en el nivel presidencial, todas coincidían en atribuir la condición de puntero a Luis Abinader, por 15 o más puntos sobre Gonzalo Castillo, candidato del oficialista Partido de la Liberación Dominicana. Pero con la suspensión del proceso comicial habría que hablar del antes y el después del 16 de febrero, por el giro que se observa en el comportamiento del elector dominicano.
Un giro totalmente desfavorable al PLD y al gobierno. Se observa repudio y alta tasa de rechazo hacia el peledeísmo gobernante. No es que el PRM se ha fortalecido. ¡No! Es que la gente se cansó del PLD, porque sencillamente la suspensión del certamen electoral constituyó un detonante de un cúmulo de abusos, robos, impunidad, mentiras, engaños, deshaciertos, errores. Etc.
Y como no puede haber cambio ni en marzo ni en mayo sin la presencia del PRM, es lógico que sus candidatos a puestos municipales, legislativos y presidencial son los llamados a capitalizar el repudio hacia el PLD.
Antes del 16 de febrero los encuestólogos hablaban de una posible segunda ronda electoral en el nivel presidencial. Indistintamente de lo que digan en estos momentos, lo que observo es que el PLD será aplastado en lo municipal, en lo congresual y en lo presidencial. El intento de un fraude automatizado, el 16 de febrero, no fue más que una forma de evitar cargar con una derrota en las costillas hacia las presidenciales y legislativas de mayo 20.
Y la Junta Central Electoral, que lucía cómplice al PLD, pegó el grito al cielo y dijo: “¡Hasta ahí no puedo llegar!” El pleno del organismo se reunió y decidió suspender las elecciones, un hecho sin precedentes en la historia social dominicana.
Ahora se ha presentado un nuevo panorama, panorama que nunca antes, en los casi 20 años de gobierno, había sido tan desfavorable al PLD.
Y la idea de la segunda vuelta ya no tiene cabida, pues el repudio que se observa hacia el oficialismo es para aplastarlo en la primera oportunidad. Será noqueado en el primer asalto de manerra apabullante.
El PLD no tenía escapatoria, pero después del 16 ha sido sepultado anticipadamente, al sumarse un elefante dormido que es la juventud, responsable de los grandes cambios que históricamente se han registrado en el ámbito político universal. Ver a esos muchachos protestar (protestar en contra de la podredumbre gubernamental), desde la Plaza de la Bandera y desde distintos puntos de la geografía nacional, llena de satisfacción a los adultos.
Y a las protestas juveniles se le han sumado los cacerolazos. Cacerolazos en los grandes residenciales, en los sectores de clase media y en los barrios pobres, en las plazas comerciales y donde quiera que hay conglomerado humano. Ningún gobierno se le ha escapado a ese tipo de protestas pacíficas, que involucran a todos los segmentos sociales de un país.
El panorama político, con relación a los certámenes comiciales del 15 de marzo y del 20 de mayo, luce muy definido. ¿Qué podría hacer el PLD gobernante para cambiar esa proyección? Podría contratar a los mejores expertos y asesores en marketing político, de la región y del mundo, y no veo forma de impedir esas dos derrotas.
La única forma de impedir esas derrotas es boicoteando los comicios y esa conducta conlleva graves implicaciones, sobre todo con una juventud dominicana que ha decidido jugar un rol protagónico. No descarto que la idea del boicot sea barajada por alguien del más alto nivel de los morados, pero eso equivale a un autogolpe en presencia de miembros de la OEA y ante una comunidad internacional que hace rato tiene la vista puesta en la República Dominicana.