Paolo Portoghesi: La presencia del pasado

Paolo Portoghesi: La presencia del pasado

El pasado 30 de mayo muere en Calcata (provincia de Viterbo) cerca de Roma, a la edad de 92 años, el arquitecto Paolo Portoghesi (1931-2023), uno de los grandes nombres de la arquitectura italiana contemporánea. Fue arquitecto, profesor universitario, teórico de la posmodernidad.

En 1979 fue nombrado primer director del Sector de Arquitectura de la Bienal de Venecia. Ese mismo año, Portoghesi encarga al arquitecto Aldo Rossi la construcción del Teatro del Mondo, un pequeño teatro flotante, anclado en la “Punta della Dogana”, en la entrada del Canal Grande, donde se realizaron las representaciones de la Bienal de Arquitectura de Venecia del 1980. El Teatro de Aldo Rossi fue una arquitectura utópica, efímera, proyectada hacia el futuro, que manifiesta esa forma particular de ver la arquitectura de los arquitectos italianos del siglo XX.

Paolo Portoghesi se gradúa en Arquitectura en la Universidad La Sapienza de Roma en 1957. Desde muy joven publicó algunos ensayos sobre la obra de Francesco Borromini (1599 – 1667) (uno de los más grandes exponentes del estilo barroco romano). A la obra de Borromini dedicará numerosos estudios a lo largo de los años, convirtiéndose en uno de los principales expertos. Enseñó historia de la crítica en La Sapienza, colaboró con Bruno Zevi en la creación de la impresionante exposición sobre Miguel Ángel. En los años 60 fundó un estudio de arquitectura junto al ingeniero Vittorio Gigliotti, con quien realizará la mayoría de sus proyectos. La Casa Papanice (1967-1968) en Roma, es considerada por los historiadores de todo el mundo como uno de los manifiestos de la posmodernidad italiana, destinada a redescubrir los lenguajes y materiales de la historia como las fuentes de inspiración del proyecto arquitectónico.

En 1966 fundó la revista Controspazio, de la que será director hasta 1983; además dirigirá el Diccionario Enciclopédico de Arquitectura y Urbanismo (1968) y las revistas Itaca (1977), Eupalino (1985 – 1990), Materia (desde 1990) y Abitare la Terra (desde 2001).

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La carrera de Paolo Portoghesi está ligada a la Bienal de Venecia y al trabajo compartido con Aldo Rossipara el ya mencionado Teatro del Mondo en 1980 con motivo de la Primera Exposición de Arquitectura, intitulada “La Presencia del Pasado”, y la realización de la famosa “Strada Novissima”. Era la época de la posmodernidad de la que Portoghesi fue el principal exponente en Italia, con la idea de establecer una relación creativa con la historia y las tradiciones de las diversas civilizaciones. A lo largo de los años no han faltado críticas de todo tipo. Personalmente, aun no con dividiendo el mensaje del posmodernismo, considero que la Bienal de Portoghesi ha sido la más interesante y concreta. El gran manifiesto antimodernista.

Hace unos años Portoghesi, pensando en las diferentes posiciones de los teóricos de la arquitectura en relación al posmodernismo, declaraba que finalmente hoy se entiende que la posmodernidad fue un movimiento para liberarse de la esclavitud (de la arquitectura moderna).

Un año después de la inauguración del Teatro del Mondo, que navegó de Venecia a Dubrovnik (Croazia), en 1980 se lanzó junto a diecinueve importantes arquitectos: Robert Venturi, Charles Moore, Hans Hollein, Frank Gehry, Ricardo Bofill, Robert Stern, Franco Purini, Oswald Mathias Ungers y Paul Kleihus, en el proyecto de la “Strada Novissima”, una calle temporal formada por veinte fachadas contiguas de diferentes tamaños. Las fachadas de los veinte arquitectos se presentaban en todas las posibles gradaciones, el proceso de re-apropiación de la memoria y la victoria sobre las inhibiciones heredadas de los padres del modernismo. Es aquí donde va reconocido su valor, no como posible modelo de una ciudad real sino más bien como 20 posibles ambientes urbanos todos diferentes y orientados a la liberación de la arquitectura y su relación con la historia.

La “Strada Novissima” construida dentro de las “Corderías” del Arsenal de Venecia, tuvo un gran éxito de público, fue luego re-ensamblada en París, en la Rotonda de la Salpetriere y más tarde en San Francisco.

En una ocasión comenté al Prof. Eugenio Pérez Montás que la idea de los organizadores de esa Bienal y de la Strada Novissima, era de construir una galería de autorretratos arquitectónicos hechos para el juego. La idea era de re-descubrir el juego serio de la arquitectura, de la cual depende, en parte, la cualidad de nuestra vida.

Portoghesi concluyó su mandato en la presidencia de la Bienal de Venecia con una exposición sobre el Espacio Sagrado en las tres religiones monoteístas, inaugurada en Venecia en el otoño de 1993 y luego trasladada a Munich, Londres y Berlín.

Estudioso de la cultura islámica y cercano al mundo árabe, a partir de la década de 1970, viajó y diseño mucho en el extranjero, en África y Medio Oriente, recordemos el Palacio Real de Jordania en Amman, el Aeropuerto y el Master Plan de Jartum, pero también la Mezquita de Roma (en colaboración con Vittorio Gigliotti y el arquitecto Sami Mousawi) también diseñó la Mezquita de Estrasburgo en Francia.

La lista de los proyectos de Portoghesi es larga, desde la Casa Baldi, citada en todas las historias de la arquitectura precisamente por su capacidad de vincular el proyecto arquitectónico al lugar y a la historia, a la Mezquita de Roma, quizás su obra más conocida, pasando por los edificios residenciales de Enel en Tarquinia, la Academia de Bellas Artes en L’Aquila, el Teatro de Catanzaro, la restauración de la plaza del Teatro alla Scala de Milán y de la Piazza San Silvestro de Roma, entre las obras en el exterior, las residencias en Berlín, jardines en Montpellier, hoteles, restaurantes en Moscú y numerosas iglesias.

Portoghesi dijo una vez que las obras que más lo representan son la iglesia de la Sagrada Familia en Salerno, la pequeña iglesia de San Cornelio y Cipriano en Calcata y la Mezquita en Roma. Decía que sus proyectos eran como sus niños, que de vez en cuando iba a visitarlos.

Portoghesi fue profesor de la Universidad La Sapienza por muchos años y luego en el Politécnico de Milán, del que fue Rector de 1967 a 1979. Gran estudioso del barroco romano y sobre todo de Borromini, pero también realizó estudios dedicados a la arquitectura moderna como la dedicada a Mario Ridolfi. Todo su material investigativo fue donado en 2016 al Museo Maxxi de Roma.

Fue presidente de la Academia di San Luca y académico del Lincei, presidente de la Bienal de Venecia de 1984 a 1993.

Su última obra es la Catedral de Lamezia Terme construida en 2019, caracterizada por un gran espacio colectivo que conecta la iglesia con el ayuntamiento, según una antigua tradición europea.

Tuve la oportunidad de encontrarlo varias veces en Venecia: en el Istituto Universitario di Architettura di Venezia y en la Fondazione Masieri.

En una ocasión me invitó a su Villa de Calcata, respondiendo a mi solicitud de hacerle una entrevista (no logro encontrar ese fax). Portoghesi era un hombre elegante y de gran estilo al vestir, se le encontraba frecuentemente con un traje blanco impecable, o uno color azul turquesa, en ocasiones, manejaba en Roma su Volkswagen (cepillo) blanco descapotable perfectamente conservado.

Fue en la Villa de Calcata, donde Portoghesi realizó su proyecto más personal: el gran parque se su villa, en el que se fundían las formas más típicas de su arquitectura, con la sede de su estudio y una amplia biblioteca. En esa villa donde vivió los últimos 50 años con su esposa Giovanna Massobrio, también arquitecta, ha dado forma a su idea de arquitectura vinculada al geniusloci, con el parque salpicado de bibliotecas temáticas, juegos de agua, piscinas, citas literarias, homenaje a los grandes artistas del pasado, animales exóticos. Ese hogar fantástico, donde cada rincón es un juego intelectual y de fantasía, pero también narra la historia y el pensamiento de la personalidad multifacética de Paolo Portoghesi.