El papa viaja hoy a Mongolia, en la que será la primera visita de un pontífice, para llevar esperanza a la pequeña comunidad católica, de cerca 1,400 fieles, y donde acudirán también católicos chinos y rusos debido a la cercanía de sus países, lo que hace que la visita cobre importancia a nivel geopolítico.
El papa comenzará su 43 viaje internacional y uno de los más alejados de Roma para visitar una Iglesia católica que nació con la caída del comunismo en 1992 y que cuenta con 1,400 bautizados, que representan el 0.04 % de la población.
“Una población apasionada, pacífica, con vocación por el multilateralismo y con ganas de conversión ecológica tras numerosas explotaciones mineras”, como la describió el portavoz vaticano, Matteo Bruni, introduciendo los que pueden ser los temas que el papa abordará.
“El papa en Mongolia, porque en la Iglesia los números no cuentan”, defendía el director editorial de medios vaticanos, Andrea Tornielli, justificando los motivos por los que Francisco hace este esfuerzo para viajar a un país con cifra tan pequeño de católicos y donde 53 % son budistas. En este país hay 13 congregaciones masculinas y femeninas, además del Camino Neocatecumenal, y entre sacerdotes, monjas y misioneros laicos hay 80 personas y 9 parroquias.