El papa Francisco nombró el martes al obispo auxiliar de Baltimore, Mark Brennan, para dirigir la diócesis de Wheeling-Charleston, en Virginia Occidental, tras un escándalo de acoso sexual de adultos y de derroche del dinero de la institución protagonizado por su antecesor.
Brennan, de 72 años, sustituye al obispo Michael Bransfield, que renunció en septiembre tras una investigación preliminar sobre las acusaciones de abuso sexual y malversación financiera.
La semana pasada, Francisco relevó a Bransfield de sus labores sacerdotales y le prohibió vivir en la diócesis, además de advertirle que tendrá que pedir disculpas “por parte del daño causado». Brennan ayudará a decidir el alcance de esas reparaciones y restaurar la confianza de los fieles.
Tras una nueva oleada de acusaciones por supuestos abusos sexuales en Estados Unidos, el escándalo de Bransfield se suma a la crisis de credibilidad de la jerarquía eclesiástica en el país. Varios de los altos cargos de la institución recibieron regalos personales, valorados en decenas de miles de dólares y pagados con fondos de la Iglesia, de Bransfield durante su etapa en Wheeling-Charleston, que está en uno de los estados más pobres del país.
Brennan, nativo de Boston ordenado sacerdote en 1976, estudió español en República Dominicana y completó sus estudios de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma. Fue designado obispo auxiliar de Baltimore en 2016 y atiende en particular a la comunidad hispana de la ciudad.
Tras la renuncia de Bransfield, Francisco encomendó al arzobispo de Baltimore, William Lori, la supervisión interina de la diócesis y una investigación exhaustiva.
Las conclusiones, de las que informó el diario The Washington Post, fueron que Bransfield gastaba fondos de la iglesia en cenas, bebidas alcohólicas, viajes personales y artículos de lujo, así como regalos personales a prelados en Estados Unidos y el Vaticano.