¡Papi, mira donde estoy!

¡Papi, mira donde estoy!

Samuel Luna

¡Papi, mira donde estoy! En  el Jardín de los dioses; ese fue el mensaje telefónico de mi hijo que estaba visitando el parque llamado Garden of the Gods en Colorado Springs, en el estado de Colorado de los Estados Unidos de América.

El me expresó con mucho asombro la belleza del lugar, le expliqué que es un espacio natural con rocas sedimentarias, que forman un nicho para las aves y otros insectos. Mi hijo no sabía que yo había vivido muy cercano de ese impresionante parque y que era mi lugar favorito para ir a descansar. 

El asombro de mi hijo me llevó a reflexionar y a formular varias preguntas: ¿Cuáles son nuestros parques nacionales? ¿Estamos nosotros capitalizando nuestra historia y nuestros recursos naturales?

He observado que en los Estados Unidos y otros países se le saca provecho a cada lugar histórico, aprovechan esos espacios donde ocurrió un evento, se exaltan las bellezas naturales y se nos vende, generando así ingresos para la comunidad, para el Estado y diversión para los turistas.

Nuestro país también posee muchas riquezas naturales y culturales, el problema es que no la aprovechamos, tampoco la promovemos con intencionalidad; por esta razón, no la convertimos en bienestar económico y cultural para la sociedad dominicana y para el mundo.

Podemos crear riquezas, pero antes debemos abrir nuestros ojos, podemos crear empleos ofertando nuestro legado cultural y ecológico, tenemos una historia muy rica y una cultura contagiosa.

Nuestros recursos históricos y naturales son únicos; aquí fue donde se construyó la primera iglesia, debemos pensar más allá de la religión y del proselitismo político, todo evento histórico que trasciende al territorio nacional debe ser ofertado como se oferta la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, España, creando movimiento económico.

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Muy pocas personas en el mundo conocen el valor histórico y educativo que posee la UASD, universidad que tiene su génesis ideológico en España.

No podemos citar en este artículo todo lo que poseemos, pero podemos generar riquezas  creando un gran museo del café, del tabaco, del cacao; todo esto genera interés en muchos países donde no se producen estos productos.

En varios países sus ciudadanos no poseen el privilegio de conocer una semilla de café o de cacao; recuerdo a la escritora Julia Álvarez, autora de la novela, “En el tiempo de las Mariposas”, ella tenía un programa con una universidad de los Estados Unidos donde invitaba a los estudiantes a tener una experiencia en una finca de café, los beneficios  eran mutuos, ellos aprendían sobre el café, disfrutaban del campo dominicano y del país, pero también la comunidad se beneficiaba económicamente.

Otra forma de producir riquezas es promoviendo la historia y el proceso de la producción del azúcar, recreando la operación de los ingenios, aquí se hizo el primer ingenio azucarero y esto se puede capitalizar; el turismo no debe ser solo playas y merengue, el gobierno debe crear un programa turístico y cultural que proyecte innovación, auto sostenimiento y que pueda multiplicarse en cualquier provincia.

No todos los municios son zonas costeras, pero si el país entero posee leyendas, historias y productos que pueden ser insertados en la rueda de la productividad y del turismo, esto generaría empleo y un sentir de identidad nacional.

Tenemos montañas, ríos, playas, minerales, un excelente cacao orgánico, café, una piedra preciosa y única llamada Larimar, que solo la encontramos en la provincia de Barahona, es que realmente poseemos de todo para generar riquezas.

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Quiero dejar algo claro y en mayúscula, hace poco se descubrió los restos humanos arcaicos, datan de 5,300 años, hallados en un yacimiento arqueológico en Samaná, ESTO DEBE SER UNA FUENTE DE INGRESO y no solo de investigación.

La ignorancia, la corrupción y la falta de visión no nos permite ver a esos dioses que esperan por nosotros.

Buscamos excusas para justificar nuestra miseria, unos culpan a la pandemia, otros a los Estados Unidos, otros siguen recordando la colonización del 1492, y muchos atribuyen la pobreza a los ricos y a los empresarios.

Romper el ciclo de pobreza es complejo, pero me atrevo a decir que la pobreza en la población dominicana es resultado de una miopía colectiva, que no nos permite ver más allá de lo cotidiano.

La pobreza ha sido heredada, enseñada y justificada, es un dilema social y un nudo mental que mantiene al pueblo dominicano atado a los planes de aquellos que desean permanecer en el poder a cualquier precio, en vez de promover nuestros jardines de dioses.

Espero que un día mi hijo me grite con alegría: ¡Papi, mira donde estoy! Y que cuando lo mire me percate que está en mi bello país, exaltando las riquezas liberadas por la acción de un pueblo sin miopía, unido y orientado al imperio de la ley.

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