Para atajar la muerte

Para atajar la muerte

El hombre llegó por un pasillo lleno de enlatados y me dijo: -quiero hablar con usted en algún lugar solitario, donde no haya tanta gente como en este supermercado. Me gustaría contarle varias cosas que podrían interesarle para su trabajo periodístico. Usted escribe artículos tontos que uno empieza a leer y luego no los puede dejar. Yo podría suministrarle un material caliente, político, social, anecdótico. Soy un viejo que ha nadado en todas las aguas; desde la época de Trujillo y la de Balaguer, vengo observando la conducta de políticos, militares, empresarios, profesionales de la comunicación, funcionarios cercanos al poder.

-Estoy haciendo un curso para atajar la muerte; me han enseñado que la memoria ata los viejos a la vida; perder la memoria es llamar a la muerte. Para ayudar la memoria, hago “carpetas” con los asuntos que no deseo olvidar; los reviso para mantener frescos los datos principales. A veces leo dos y tres “carpetas”, en voz alta, en presencia de mi perro. Creo que ha llegado la hora de transmitir esa información a las personas convenientes. Usted puede lo mismo contar un suceso que explicar un hecho histórico. Pero necesitará los elementos básicos de lo que sería el guión de la película.
-Le agradezco que haya pensado en mí para que sea “depositario” de semejante archivo personal. -No pienso que es personal o familiar; no, nada de eso; es colectivo o nacional. Contiene la vida dominicana: Iglesia, milicia, negocios, política; no es un archivo cualquiera. –He visto que algunas personas queman papeles de ese tipo, para que nadie se entere de “detalles comprometedores” o vergonzosos, que saldrían a relucir si se publicaran. Cuando cae un gobierno, ciertos funcionarios venden papeles a los nuevos gobernantes.
-Así es; los políticos siempre guardan cartas debajo de la manga. -Sin embargo, para mí eso no es lo principal. Los documentos históricos deben ser sometidos a examen; y lo primero es saber cómo fueron obtenidos. La crítica de las fuentes precede a la hermenéutica, es el cedazo que nos persuade de acometer la “interpretación”. Además, hay ocasiones es que ciertos documentos pueden volverse venenosos para quienes los conservan. El método para “atajar” la muerte puede servir para atraerla.

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