Para Fernando Varela sobran las palabras

Para Fernando Varela sobran las palabras

Para disfrutar una exposición que tanto divierte y agrada, sobran las palabras.

Fernando Varela actualmente sorprende a sus numerosos seguidores. Simultáneamente, él presenta una contundente retrospectiva en el Centro León y una muestra individual en Lucy García.

Y aunque hay una parte temática común, no se repiten. Es más, esa última “guiña el ojo” a la primera, retomando una serie fundamental, “la palabra callada”, que desconcertaba… o fascinaba, como en el caso nuestro. Por arte… de magia, las letras danzaban en el espacio y, ajenas a un texto, minimalistas en el color, adrede desordenadas, queríamos descifrar su misterio. Eran ritmo, vibración, rebeldía del alfabeto.

Un título especial

Ahora bien, mientras sostenía el peso de una exposición formidable de 40 años, Fernando Varela dio riendas sueltas a su sentido del humor. Aquí está el resultado y no nos equivocamos. “P4LABRA, NUM3RO, CO1OR” es el título de la exposición.

A la primera mirada o la segunda, notamos que ya la fantasía del autor se manifiesta, casi asimilando cifras y letras, juego evidentemente y tal vez equivalencia de los signos para Fernando.

Los cuadros confirman esta facultad todopoderosa que convierte las letras en una partitura, disonante, percuciente, radiante, contemporánea al fin. Los signos se agigantan como se empequeñecen… los colores cantan y se multiplican alegremente, pero tampoco vacilan en enlutarse hacia el blanco y negro… o casi desaparecer.

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Asimismo, las letras se contorsionan en un “hip hop” acrobático o se aprietan hasta conformar una superficie hormigueante. E impecable lo es todo.

Y sigue la actividad lúdica… apareciendo palabras aún, pero en busca de un surrealismo cromático que nos hace pensar en Magritte y su voluntaria “insensatez”. La pasión pictórica de Fernando Varela no se detiene.

Otro elemento muy interesante reside en el montaje de la exposición que, conscientemente, evita la monotonía y la repetición. Hay por el contrario una disposición “activa”, que corresponde al espíritu de la muestra y la quiere colgada animadamente, correspondiendo a la organización o desorganización de los signos en el espacio.

El compromiso

Si nos preguntaran por el compromiso, lo consideramos estético y personal. No se trata de una exposición militante, es felizmente decorativa, invitando a (con)vivir con estos cuadros a la vez diferentes y similares desde su vertiente letrista, o sea ni abstracta, ni figurativa. La consideramos a la vez despliegue y síntesis gráfico-visual, cuyos signos –letras, números, palabras- no se inventan: la invención y el hallazgo se encuentran en la ubicación, el formato y el colorido, una elaboración creativa que luce inagotable a partir de la escritura.

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Nos parece recordar que en una de las pinturas se propone al espectador descubrir una palabra, escondida en el caudal mutante de las letras que transitan, se apartan y se juntan. Mantenemos todavía la ilusión de poder encontrarla, prolongando la mirada… En fin, he aquí una faceta más de este fascinante juego plástico.

Para disfrutar una exposición que tanto divierte y agrada, sobran las palabras. Una afirmación de doble sentido, ya que “La letra, el alfabeto, la escritura han tenido una relevancia permanente en la creación de Fernando Varela, desde que él encoló páginas y fragmentos del Libro Sagrado”, según lo expresamos hace años.