Antonio Taveras Guzmán, ex presidente de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD) conoce dos cosas a profundidad: el dolor (por pérdidas familiares) y el amor por los libros. Elude hablar de PIB y estadísticas, pero le apasiona mencionar la palabra lectura.
Huye de la jerga empresarial como Lucifer a la cruz en bien pavimentada autopista. En lunes mañanero que anuncia calor, Taveras no tiene corbata. A la entrevista, pautada para las 9:00 de la mañana, responde con la puntualidad inglesa.
Lleva chaqueta azul pero de la formalidad está distanciado. Luce un mentón impecablemente bien afeitado y una cabellera donde cada hebra dorada parece estar en su sitio. Al parecer, la miseria, que relata pasó, no logró historiar su cara.
“Para mí la lectura lo es todo. Es como la comida”, afirma un hombre que al adentrarse a su vida, uno conoce interesantes vaivenes. Su infancia no fue para él un paraíso, sino una etapa donde conoció, en Villa Consuelo, el hambre, la desigualdad social y hasta la muerte de una hermana de seis años.
“Ese golpe seco en la puerta de madera pintada de azul y roja aún resuena en mi memoria”, cuenta en su libro-memorias “Mañana seremos gente”. Recuerda así el día en que le avisaron sobre la muerte de su hermana.
Y es que precariedades y dolores Taveras ha conocido de primera mano. No necesita que nadie le cuente. Sabe lo que es vivir en una cuartería, lo que es acostarse con hambre, ver morir a una hermana por no poder pagar el tratamiento, estar confinado por 40 debido a sus ideas políticas o que la madre muera de cáncer.
Su padre, vendedor en mercado de viandas, fue hombre humilde que vivió junto a su familia un cinturón de miseria en un barrio citadino: Villa Consuelo. La madre fue vendedora de fritura. Recuerda aquel tiempo, prolongado, el tiempo del pantalón remendado, del zapato con hoyos.
“Aquellos fueron tiempos de vicisitudes. De mudarnos de cuartería en cuartería en Villa Consuelo. La época de las letrinas desbordadas, de vivir entre callejones. Las habitaciones eran tan pequeñas que en algunas ocasiones teníamos que dejar los ajuares en la intemperie”, cuenta Taveras en su libro.
Pero algo, lo salvó de aquel mundo. Y fue que en plena adolescencia abrazó los libros, las inquietudes sociales; fue organizador de gentes en Abril de 65 y del 84. Un texto que le prestó un amigo le abrió las puertas al mágico mundo de la lectura: la biografía de Bienvenuto Cellini.
Taveras, de quien muchos sólo conocen la vena política, cuando elige a un personaje favorito de sus libros, no tiene duda en afirmar por qué elige al manchego El Quijote.
“El Quijote es un personaje soñador, derriba barreras, nada es fácil…Sin embargo, tengo claro que una cosa es ser soñador y otra es ser un iluso”, afirma Taveras Guzmán. Asombra entre sus personajes predilectos no estén Steve Jobs, el tal Slims o George Soros, sino Mario Benedetti, es autor de los subversivos, enamorados, y desarrapados sociales.
Como empresario le ha ocurrido de todo. Ha estado al borde de la quiebra, al tris de fracasar por los prestamistas, por los ciclones, por las crisis bancarias. Pero en medio de todo, nadie lo ha desviado de su amor por los libros. Nada tampoco ha socavado sus sueños redentores. (De ahí quizás el enganche político). Ha sido impresor, vendedor de papel, ha fundado editoriales, patrocinado concursos literarios (Casa de Teatro).
Recuerda que tiene compromisos sociales, políticos, humanos, pero nada ni nadie le que quitado el tiempo para querer leer de todo. Para vivir el éxtasis que proporciona las letras. Cuando este impenitente lector habla de Juan Bosch en su libro Mañana seremos gente, lo hace con admiración, rememora encuentros. Sin embargo, cuando sale a relucir el nombre del ex presidente Joaquín Balaguer, falta poco para que lance un escupitajo de asco, es un personaje de cuyo nombre no quiere recordarse.
¿Izquierdista?, a quemarropa le tiro.
No le teme Taveras Guzmán a esa palabra. Cuando habla parece eso más que un empresario. Cuando emite ideas cualquiera pudiese pensar que es un espía en el mundo de los intereses y las frialdades numéricas.
Antonio Taveras, un empresario exitoso en el cerrado mundo de la impresión y edición de libros en la República Dominicana, habla más de Serrat, Sabina, Cortez, que de Wall Street. Afirma que dos cosas han cambiado su vida: el nacimiento de su hija y la iniciación a la lectura. Por eso dice que uno de sus objetivos de vida es impulsar la cultura, el libro, la lectura, “pues sin esto el país no puede desarrollarse”.
Pero también sabe lo que es sentarse a escribirse unas memorias: Mañana seremos gente, título que le viene de una frase del padre, quien tiene actualmente 87 años. Así como en su cabeza hay ideas por doquier, en su casa los libros por todas partes. “Mi esposa Pilar anda detrás de mí recogiendo libros”.- “Soy un lector empedernido, cuando viajo llevo una mochila con libros”.
Dice que la lectura es vital, porque crea gente cuestionadora y esto parece subversivo en un empresario, en un político, que generalmente pregonan mantener el estatus quo y el sistema imperante. Pero Antonio Taveras es distinto, es un personaje que se mueve como El Quijote: contra vientos y mareas.
Define la poesía: “el resumen de los ideales de la vida”. A él no le molesta el mote de “empresario izquierdista”, pero le duele la pobreza extrema. Este es Antonio Taveras, y cuando usted quiera saber de él, posiblemente no esté equivocado quien le diga: “por ahí anda, como Quijote, derribando molinos, hablándole a la gente, leyendo un libro”.
Antonio Taveras Guzmán es candidato a senador por la provincia Santo Domingo por el Partido Revolucionario Dominicano (PRM) y una ampliación coalición de partidos progresistas.
Eloy Alberto Tejara.