La ingestión de alimentos de origen animal no debe superar el 10% del peso total de los alimentos tomados a diario. El consumo de huevos y de mantequilla, dos de los alimentos que más colesterol contienen, debe reducirse al mínimo. Los productos vegetales deben componer la mayor parte de la dieta alimentaria.
La ingestión diaria de una cucharadita de lecitina de soja contribuye a eliminar el colesterol.
Los aceites vegetales y la margarina son saludables porque su aporte de colesterol al organismo es mínimo.
Menos carne y embutidos
También es importante reducir el consumo de carnes y embutidos. Evite el bacon y las salchichas. Las piezas de carne de cerdo y ternera deben ser magras, es decir, libres de grasa visible. El jamón serrano magro tiene también poca grasa. El pollo, el pavo, el conejo, la liebre, la perdiz, la codorniz, el cabrito… son carnes con poca grasa si tenemos la precaución de quitarles la piel. Entre los embutidos, la morcilla es la que menos grasa tiene.
Menos vísceras y mariscos
Reducir el consumo de alimentos ricos en colesterol como las vísceras (sesos, hígado, riñones, mollejas, callos), los mariscos.
Menos huevos
Reducir su consumo a tres o cuatro a la semana sin llegar a eliminarlos de la dieta porque son un alimento muy completo. La clara de huevo o el merengue pueden tomarse sin problema.
Menos queso curado
Reducir el consumo de quesos curados a no más de dos veces por semana. Es preferible el consumo de queso blanco o quesos descremados.
Menos precocinados
Evitar los alimentos preparados y preferir los cocinados en casa.
Más aceite de oliva El aceite de oliva presenta un efecto diferencial frente a otros aceites vegetales ricos en ácidos grasos poliinsaturados o mono.