Recuerdo por qué elegí enseñar la historia: porque comprendí en un instante que era prodigiosamente divertido.
Recuerdo cuán difícil fue para mí comprender que la historia era un medio de enseñarte el arte del pensamiento.
Recuerdo la soledad y la forma en que ella misma te hace compañía, del deseo que te permite reunir elementos y al mismo tiempo dispersarlos.
Recuerdo los tiempos felices en donde el mar Mediterráneo atravesaba por todas partes, y de otros lugares más sombríos, que ella transformó.
Hoy, si nos colocamos frente al mar, no veremos la misma cosa. Estamos ahí… ¿Cómo se resuelve un porvenir sin sorpresa, a una historia donde nada nuevo puede aparecer en el horizonte, sino la amenaza de la continuidad? Nadie sabe lo que vendrá. Pero cada uno de nosotros debe comprender que es necesario tomar las cosas con calma y ser exageradamente libre. Patrick Boucheron [1]
Cuando tuve la oportunidad de volver a París en mayo de este año 2016, aproveché el momento para comprar libros. Me pasé horas visitando librerías. Quería conocer mejor por hacia dónde se dirigía la reflexión histórica. Me regalé un tiempo con la lectura de estos libros y el aprendizaje sobre las nuevas reflexiones históricas que están debatiéndose en la Europa actual.
Uno de los libros que más me llamó la atención fue un ensayo de Patrick Boucheron, “Ce qui peut l´histoire” (Lo que puede la historia), que fue la transcripción de su conferencia ofrecida en el Colegio de Francia en el marco de la Cátedra inaugural de sus cursos el 17 de diciembre de 2015.
Patrick Boucheron, académico, escritor e historiador parisino, es un especialista en la Edad Media y el Renacimientoitaliano. En el año 2015, presidente del Consejo Científico de la Escuela francesa de Roma . Ese mismo año fue electo Profesor del Año en el Colegio de Francia en lo que denominan el púlpito «Historia de las potencias de Europa Occidental, XIII al siglo XVI”.
Ha publicado muchas obras, entre las que pueden citarse [2]
· Capaz de construir: la planificación y la política urbana en Milán (siglos XIV-XV), Colección de la Escuela francesa de Roma, 1998.
· El palacio en la ciudad: espacios urbanos y los lugares de poder público en el Mediterráneo medieval ( en colaboración con Jacques Chiffoleau ), Presses Universitaires de Lyon, en 2004.
· Las ciudades de Italia (1150, 1340), Berlin, 2004.
· Leonardo y Maquiavelo, Verdier, 2008.
· La historia del mundo en el siglo XV, Fayard, 2009, repr. 2 vols., Pluriel, 2012 (dirección).
· Hacer profesión de historiador, Publicaciones de la Sorbona en 2010.
· El espacio público en la Edad Media debates Jürgen Habermas, PUF, 2011 (gestión, en colaboración con Nicolas Offenstadt ).
El Colegio de Francia, como dijimos, reconoce la labor de un intelectual al ofrecerle el privilegio de ofrecer la cátedra inaugural. Este ejercicio data de hace siglos. Comenzó en el lejano año de 1536. Los académicos de la importantísima institución académica, defienden el principio de que la ciencia nunca presentará elementos definitivos, y mucho menos verdades indiscutibles, pues el conocimiento es una construcción colectiva. Desde siempre a este importante evento, asisten los colegas del profesor invitado, así como público amplio y diverso, interesado en los aspectos intelectuales. El intelectual invitado presenta los avances de sus últimas investigaciones.
La cátedra inaugural ofrecida por el profesor fue publicada en un pequeño opúsculo. Me llamó la atención que los profesores invitados provienen de diferentes especializaciones y abordan temas que van desde la física cuántica, a la química, biología, hasta las ciencias jurídicas, y por supuesto, la historia.
El profesor Boucheron se ha destacado en Francia como un profesor dedicado a la historia Medieval. Es uno de los historiadores más interesantes de su generación. En su trayectoria investigativa sobre la Edad Media y el Renacimiento, ha intentado alejarse de sus antecesores, ha querido descentralizar la mirada y confrontar las historias.
Por esta razón, aunque el medioevo ha sido su interés formal de objeto de estudio, el profesor Boucheron ha hecho una interesantísima reflexión sobre la historia. ¿Tiene sentido la historia en el mundo de hoy? Basándose en esa pregunta intenta llevar su reflexión hacia nuevas perspectivas y caminos que aún no han sido explorados.
Según da cuenta la prensa francesa, Patrick Boucheron escribió un texto novelado sobre Leonardo da Vinci y Maquiavelo que impactó mucho al mundo intelectual europeo. No conforme con eso, fue todavía más lejos y el 7 de marzo de 2015 dirigió una obra teatral experimental, «Nosotros, 24 horas para hacer de nuevo la historia del mundo o casi» que fue presentada en el teatro Grand T de la ciudad de Nantes. “Lo hizo como un historiador de su tiempo, del nuestro, del cual quiere entender los tumultos, redefinir las ideas y hablar alto sin temor alguno”.[3] Asumió riesgos. Boucheron afirma que para ser historiador hay que tener paciencia, pues es un trabajo lento y meticuloso, y peor aún modesto y obstinado.
“Las normas para construir este saber bastante robusto no cambiaron mucho desde fines del siglo XIX. O más bien sí, hay una novedad, que como cada novedad en historia, solo es la actualización de una pregunta más antigua: la historia entró en la edad de la reflexión. Los que pretenden escribir y enseñar la historia tienen desde ahora que hacer explícita su opinión, explicar cómo llegaron a tales preguntas; es decir, hacer la historia de la subjetividad de la historia y de los historiadores”.[4]
Confiesa que se convirtió en medievalista porque amaba cómo escribían sus historias los grandes historiadores del medievo, entre ellos Georges Duby y Jacques Le Goff. Afirma que cuando era más joven le encantaba ver cómo estos intelectuales desarrollaban el arte de pensar y cuestionar. Se pregunta, a sabiendas que no va a encontrar ninguna respuesta: ¿Es la historia la acumulación del pasado? ¿Es algo más? ¿Qué es verdaderamente la historia? Y después de navegar por lugares desconocidos, llega a la conclusión que “La historia, como ciencia social, puede ser inventiva y audaz. Dejemos de quejarnos sobre la desaparición de los grandes sistemas explicativos –tales como el Marxismo– que también fueron relatos seductores. La efectividad de estos modelos ofreció una abundancia teórica y no se puede excluir que de esta eclosión han surgido tanto el deseo como la energía de nuevos grandes sistemas de pensamiento: ya tenemos algunos indicios de este fenómeno en los campos de la filosofía, la antropología y la sociología”.[5]
Escribir historia, dice, es algo muy delicado, pues se envuelve el relato, el estilo y el uso correcto de la lengua. Decía que escribir la historia “no solo consiste en redactar frases”. Hace un paralelismo con el cine. Considera que la cinematografía nos ayuda a entender la escritura histórica: “Es decir, un arte del montaje, luego del ritmo y del movimiento, una manera íntegra y eficaz de construir una intriga. La pregunta del historiador a cada momento cuando escribe debería ser: ¿Dónde coloco mi cámea? ¿Debemos enfocar las caras o los paisajes? ¿Debemos situarnos lo más cercano posible del acontecimiento tal como fue vivido u observar desde lejos la experiencia y de la conciencia de los actores?” [6]
Boucheron es crítico mordaz con la historia y los historiadores que le antecedieron. Afirma que muchos historiadores están interesados en escribir el pasado, como una forma de escapar del presente. Creo que el historiador se extralimitó en su intento por ser crítico. Y a veces ser provocador no es negarse a sí mismo, como lo hizo Boucheron. Se agotó el espacio. Seguimos en la próxima con este polémico colega. En esa nueva entrega hablaré de su conferencia en El Colegio de Francia.
[1] Patrick Boucheron, Ce qui peut l´histoire, Colegio de Francia, 2016, pp.71-72. Traducción MKS
[2] Las obras fueron escritas en francés. Los títulos en español son traducción MKS
[3] Patrick Boucheron: los historiadores deben ser indisciplinados, publicado el 30 de septiembre 2015http://historiaglobalonline.com/2015/09/30/patrick-boucheron-los-historiadores-deben-ser-indisciplinados/
[4] Ibidem [5] Ibidem. [6] Ibidem