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A fines del año 2001, poco después del atentado a las Torres Gemelas que conmovió a la humanidad, publiqué un opúsculo bajo el título de “Las 7 cabezas del Terrorismo”, cuyas conclusiones son de una dramática actualidad. Veamos:
Todo apunta hacia una guerra extensa y complicada, una aventura que como la de Hércules en Lerna, debe destruir de una vez por todas a esa hidra de las siete cabezas que es el terrorismo en la escala en que se manifestó el 11 de septiembre.
1. El primero y más revelador de los pasos a dar es detectar y asumir el control de toda la red nacional e internacional que directa o indirectamente, voluntaria o involuntariamente, participó o cooperó en el montaje del macabro operativo terrorista, y sacar todas las conclusiones que se desprendan de esas investigaciones, que deben ir mucho más allá de las acciones punitivas; asimilar las lecciones que puedan derivarse de la organización y ejecución terriblemente efectivas, de ese genocidio.
2. Lo que sigue, debe ser el establecimiento de nuevos equipos y normas de seguridad para salvaguardar las instituciones civiles y militares que sean sostenibles en el tiempo, sin asumir que las próximas acciones terroristas serán análogas a las del 11 de septiembre. Una de las acciones en ese orden, deberá ser por mucho tiempo colocar personal de seguridad armado en los grandes vuelos nacionales e internacionales.
3. Cualesquiera que hayan sido los responsables directos de los genocidios de Nueva York y Washington, es evidente que gozan de un ilimitado apoyo económico, proveniente de una red de empresarios y entidades financieras que deben su vida a los llamados petrodólares. El ataque a todos los recursos económicos de los terroristas y sus socios, puede reducir drásticamente su capacidad operativa.
4. En última instancias, al desarrollar tecnologías que hagan al mundo menos dependientes del petróleo y sus derivados, en el Medio Oriente; donde se sienta gran parte del fanatismo terrorista; puede ser un medio efectivo de reducir la amenaza que el terrorismo de Estado arrope al mundo de una vez por todas.
5. Los conflictos religiosos, étnicos y nacionales no resueltos, sobre todo cuando estos tienden a internacionalizarse, son el principal caldo de cultivo del terrorismo, sobre todo cuando hay más de uno de estos factores envueltos. Por esa razón, más que ninguna otra, el mejor recurso a largo plazo para erradicar el terrorismo, es desmontar los elementos irracionales y brutales de las ideologías que le sirven de base. En el caso del islamismo, ello significa contribuir a fortalecer el componente humanista de esa rica cultura, llena de contrastes, con su componente político, con la gran tolerancia que permitió por siglos de convivir con pueblos cristianos y judíos en territorios bajo su dominio, hasta las más hostiles formas de violencia organizada.
6. También influyen los intereses geopolíticos de las grandes potencias, así como de los poderosos vecinos Israel, Turquía, Arabia Saudita y Egipto.