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Continuamos con la transcripción de nuestras conclusiones sobre el terrorismo internacional, publicadas en el 2001 a propósito del derribo de las torres gemelas de Nueva York (“Las 7 Cabezas del Terrorismo”).
1. El gran irritante para la convivencia con las naciones islámicas es Palestina, pueblo que comparte su territorio con Israel, que la divide en dos partes y controla toda su capital histórica: Jerusalén. A nuestro modo de ver las cosas, solo la integración del territorio de los palestinos, aunque sea a través de una corta autopista elevada que atraviese Israel; y la internacionalización de Jerusalén, al menos en su parte oriental, de mayoría palestina, puede traer la paz a esa conflictiva parte del Oriente Medio.
2. En cuanto a Afganistán, al propio Irak y eventualmente a otros gobiernos que resulten involucrados: como Sudán y Yemén, más que con bombardeos indiscriminados; que pudieran arrastrar a toda la región, la posibilidad concreta es seguir fortaleciendo movimientos opositores y étnicos rivales, sin pretender resultados dramáticos de la noche a la mañana, sino combinando ayuda militar y económica con recursos para la elaboración, la alimentación y la salud que permitan a esas poblaciones mejorar sus condiciones de vida, así como recuperar una cosmovisión más humanista de la vida, afín a su propia religión e identidad.
3. En embargo, las grandes desigualdades sociales y nacionales que existen en el mundo globalizado de hoy, que se manifiestan con la miseria y la ignorancia, de una parte; y la abundancia y ostentación por la otra; son el caldo de cultivo que tiende a generar por doquier sus manifestaciones más dolorosas: el fanatismo y el terrorismo. Es superando tales desigualdades como se evitarán, en el largo plazo, las calamidades que hoy conmocionan al mundo.
4. En cuanto a las víctimas de esta nueva oleada de terrorismo que afecta al mundo y en particular a los habitantes de las grandes ciudades de las potencias dominantes del orbe, hay que esperar un período de sensibilización postraumática, que se reforzará con nuevos atentados, hechos fortuitos o simples amenazas y bromas pesadas de insensatos; que sólo se reducirán con el tiempo y una campaña de concientización ciudadana.
5. La observación de los cambios, lentos pero progresivos, que se van produciendo en gobiernos muy radicales como los de Irán y Libia, ahora más prudentes y razonables, indica que es necesario favorecer cambios “desde dentro” de esos sistemas.
6. El terrorismo descansa en resentimientos sociales profundos activados por sociópatas e intelectuales oportunistas, que se dan en ámbitos históricos y en prejuicios religiosos, políticos, étnicos y nacionales.