Lamentaba el otro día un servidor que hayamos convertido en costumbre, que se repite cada cuatro años, que la JCE tenga que ir a los medios de comunicación a presionar para que se le otorguen los recursos que dice necesitar para organizar las elecciones, reclamo al que se han sumado los partidos de oposición, que han aprovechado la oportunidad para enfilar sus cañones hacia el Gobierno, con tan pobre capacidad argumentativa que sus críticas van del tremendismo al disparate infantiloide.
Pero así como salen todos a una a criticar la paja en el ojo ajeno son también incapaces de ver la viga atravesada en el suyo, pues a estas alturas no han podido ponerse de acuerdo para aprobar las modificaciones propuestas a las leyes electorales, que duermen el sueño de los justos en una comisión en el Senado. Esa falta de consenso en un tema tan espinoso, que según reiteradas advertencias del presidente de la JCE, Román Jáquez, puede llevar las elecciones del 2024 a situaciones indeseables, es interpretado por Participación Ciudadana como una expresión de la ausencia de voluntad de los partidos, incluido el oficialista PRM, mayoría en ambas cámaras, para aprobar esos cambios, pues prefieren continuar beneficiándose de sus debilidades.
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También Finjus ha dado la voz de alerta a través de su Vicepresidente Ejecutivo, Servio Tulio Castaños, quien hace unos días advirtió que sin la reforma a las leyes electorales y los fondos que solicita la JCE no hay garantía de que las próximas elecciones serán exitosas.
Pese al silencio del gobierno creo que los recursos finalmente aparecerán y que por ahí no habrá problemas, pero no me atrevo a decir lo mismo de las reformas propuestas . Y es que los partidos se sienten demasiado cómodos con unas leyes electorales que por carecer de un régimen de consecuencias son una invitación a que las irrespeten, mucho mas unos políticos que, como ya se ha demostrado, no necesitan que les den permiso para hacer lo mal hecho.